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Por Francisco Rodríguez

En la 4T, muchos personajes singulares

Argonmexico / Hay que escribir de política y no de políticos, me decía hace tiempo un comunicólogo de renombre. Empero, cuando uno escribe sobre personajes singulares siempre es preciso recordar lo que decía el imprescindible Bertolt Brecht del analfabeta político al que definió “como el peor… el que no oye, no participa de los acontecimientos… no sabe que el costo de la vida, el precio del pescado, de la harina, del alquiler, del calzado y de las medicinas depende de las decisiones políticas”.

El analfabeta político, decía Brecht, “es tan animal que se enorgullece e hincha el pecho al decir que odia la política… el imbécil que no sabe que de su ignorancia proviene la prostitución, el niño abandonado, el simulador y el peor de los bandidos: el político aprovechado, embaucador y corrompido, lacayo del extranjero y de las empresas multinacionales”.

Y, en efecto, cuando la ignorancia hace presa de un dirigente o de una pandilla de delincuentes, la premonición de Bertolt Brecht cobra perfiles de teoría general del mentecato. Las frases envuelven como torbellinos una manera de ser, de vivir y de someter al capricho de la ignorancia, por la vía de la corrupción a cualquier sociedad, aunque ésta no haya hecho nada para merecerlo.

Es lo que pasa cuando al frente del poder se encuentra un sujeto que se resiste a entender el papel de las empresas en la creación y el mantenimiento del empleo, en la aportación de los impuestos para sostener a los gobernantes rastacueros… en cualquier país del mundo.

Rota cualquier posibilidad de conciliación nacional

Ninguno de los mamarrachos del poder a quienes le quede el saco, quiere aceptar las cuestiones elementales que han puesto al país al borde del precipicio, si no es que ya en el fondo de éste. Los plazos de la supervivencia están cumplidos. Las posibilidades de un acuerdo nacional para la restauración están en el arroyo desde hace dos años, precipitadas al vacío por los mismos causantes del desastre.

La represión, la arbitrariedad, la molicie, la democracia estrangulada y los pésimos resultados en todos los rubros de la economía, la salud y la seguridad, por sólo mencionar algunos, han roto con cualquier posibilidad de conciliación mientras éste se encuentre en el poder. Lo mínimo que se puede hacer es supervisarlo y restringirlo, confinarlo, como está la población. 

Sí a esto se agrega que México ya está considerado por ellos no como un país de mayorías, sino convertido en un mosaico de minorías estratificadas en sus renglones exhaustos, desde las privilegiadas hasta las que se encuentran en la más extrema de las miserias, el círculo cuadrado de la solución ha sentado sus reales entre nosotros. En el peor momento, con el peor gobierno.