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¿Universidades del Crimen?

Por Adriana Heredia / Argonmexico

El sistema penitenciario mexicano ha sido catalogado durante las últimas décadas como verdaderas universidades del crimen, en donde una persona que ha cometido un delito aunque sea de bajo impacto al ingresar a alguna de las cárceles se “gradúa” como delincuente debido a que el sistema de reinserción social es inoperante.

Las cárceles en nuestro país han cambiado sus nombres en varios sexenios, es cierto también ya hubo una reforma al sistema penitenciario, pero nada ha cambiado, un Penal, Un Centro de Readaptación Social (Cereso) o un Centro de Ejecución de Sanciones (CEDES) no cambia en nada la problemática hacia el interior del reclusorio que al mismo tiempo impacta en el exterior porque aunque internos y haber perdido sus derechos político-electorales, no dejan de ser parte de la sociedad y de la célula elemental que queda desintegrada, la familia.

Lo que recientemente se registró en el penal de Ciudad Victoria en el estado de Tamaulipas es sólo un ejemplo de lo que sucede en las cárceles mexicanas, un sistema saturado que se evidencía en el hacinamiento y la sobrepoblación, con privilegios para quienes pueden pagarlos, y con funcionarios y servidores públicos que aceptan recibir el dinero aún ensangrentado, con autoridades que no desconocen la problemática y con una mala actuación muestran asombro ante las fugas masivas, los autogobiernos y los amotinamientos.

Es del conocimiento público que muchas de las extorsiones telefónicas se realizan desde el interior de los centros penitenciarios, las mismas autoridades lo han reconocido en su momento ¿porqué no hacen nada?, desde hace diez años se anunció “con bombo y platillo” la utilización de tecnología para bloquear los celulares en el entorno de los centros penitenciarios, pero esa tecnología sólo la vemos en algunos eventos donde a la autoridad le conviene que no salga ningún tipo de comunicación, más grave el hecho que en algunas cárceles estatales los presos con privilegios pueden salir del penal y esto no es sacado de ninguna película de ficción si no de la propia realidad que supera cualquier serie de televisión de inversión estadounidense.

Aunque no son centros penitenciarios de máxima o media seguridad, muchos penales estatales tienen reos de alta peligrosidad ya sea indiciado o procesado bajo el régimen de justicia tradicional del fuero federal, entonces la competencia es bipartita y la responsabilidad también, aunque cuentan que en los penales de máxima seguridad hay reos que pagan hasta mil pesos por una hamburguesa de la mejor cadena comercial de esa localidad.

Las carreras universitarias van desde los tres hasta los siete años de duración dependiendo del plan de estudios y el tipo de licenciatura, en las penitenciarias el tiempo es lo de menos, muchos se gradúan con la mala convivencia, otros ingresan al estudio criminal para tener privilegios y no recibir los terribles castigos que lo pueden llevar a la muerte en el interior con la consigna hacia su familia, los rumores sobre capos que operan desde la comodidad de su celda en México crecen cada día ¿y las autoridades’, bien gracias, “durmiendo en sus laureles”.