Un Presidente ¿Enojado…?
- Entonces, ¿el paraíso, fiscal, está aquí? Florestán
El miércoles, en Puerto Vallarta, el presidente Felipe Calderón dijo su discurso más duro en fondo y forma contra el sector empresarial, al que abiertamente acusó de evadir el pago de impuestos.
Ante presidentes municipales de todo el país, y en un tono vehemente, un Presidente de la República enojado, dejando a un lado el texto que llevaba escrito, habló sobre la necesidad de que quien más gane, más pague.
“Y si esto es obligado para las empresas que más ganan, es más obligado, todavía, para las empresas que más ganan, ¡y qué rara, rara vez pagan impuestos en el país!, reclamó”.
Esta denuncia, la primera en ese tono, la hizo después de comer en Los Pinos con la mayoría de los senadores de su partido, a quienes les habló del mismo tema diciendo lo que al día siguiente, ayer, repetiría en un segundo discurso, casi copia del de Vallarta, pero ya centrando su acusación.
“Lo que me parece inaceptable, es que haya grandes corporativos que le exigen al gobierno que recorte su gasto, y el gobierno lo recorta; que le exigen al gobierno que ponga impuestos sobre alimentos y medicinas de la gente más pobre, pero que a la hora de ver sus cifras, en promedio pagan 1.7 por ciento de impuestos durante varios años. ¡Esto ya no puede ser! Y no estoy pidiendo sacrificios (…) Le estoy pidiendo a las empresas (…) que también paguen, aunque sea una parte, de los impuestos que necesitan los mexicanos”.
Al escuchar al presidente Calderón es inevitable registrar cómo la crisis ha acercado su discurso al de López Obrador y a la oposición de izquierda, en cuanto a demandas, cifras y reproches al empresariado.
Este reclamo de Calderón, reiterado y público, diciendo que sobre todo las grandes empresas rara vez pagan impuestos y el emplazamiento a que también paguen aunque sea una parte de los impuestos que necesitan los mexicanos, provocó una airada respuesta del sector empresarial reivindicando su derecho a expresar libremente su opinión y rechazando las acusaciones presidenciales.
Todo esto sucedía al tiempo que el priismo en el Senado hacía saber que no votaría a favor del IVA pero aportaría las suficientes abstenciones para que el PAN tuviera que aprobarlo en bloque y asumiera, así, paternidad y costo político.
A esto, el PAN movió ficha diciendo que si el PRI no la votaba, los panistas tampoco, acusándose mutuamente de reventar el acuerdo y en eso están, con la negociación atascada, más que en el fondo, en la forma política: los costos.
Por la noche, Agustín Carstens reiteraba los señalamientos presidenciales al ratificar la retroactividad de la consolidación.
Estas son horas difíciles. Ha resurgido el encono y el enfrentamiento, que alguien habrá de curar, cuando estamos a la mitad del sexenio y de la Ley de Ingresos, claro.
Nos vemos el martes, pero en privado.