Conferencia de Secretaria de Gobernación en XXX Reunión de Embajadores y Cónsules
Por Carlos Manuel Cruz
Argonmexico / Licenciado Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores;
Señoras y Señores Funcionarios de la Cancillería Mexicana;
Señoras Y Señores embajadores y cónsules de México
Amigas y Amigos Todos:
Es un honor y un gusto participar como primera conferencista en esta Trigésima Reunión anual de Embajadores y Cónsules.
Es una estupenda manera de iniciar el año y desear, a todas y todos ustedes, que sea de salud, prosperidad y éxitos.
Son varios y complejos los temas de la agenda que se abordarán en esta reunión, con la participación de mis colegas del Gabinete Presidencial, quienes habrán de referirse a los que competan a sus respectivas dependencias.
Las relaciones de México con la comunidad internacional, con las naciones y gobiernos con las que mantenemos relaciones diplomáticas, con los organismos multilaterales de los que formamos parte, son un asunto directa e indisolublemente imbricado con la Política Interior, de la que es responsable la Secretaría de Gobernación, conducida por primera vez en nuestra historia por una mujer.
Política exterior y Política Interior deben ser dos caras de una misma moneda, dos componentes de una sola estrategia, la que traza y conduce nuestro Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Mantengo con mi amigo Marcelo Ebrard, y con su equipo de colaboradores, una estrecha, intensa y fructífera comunicación, que hoy tengo la oportunidad de extenderles a las Señoras y Señores Embajadores y Cónsules presentes en esta Trigésima Reunión Anual.
Justo el pasado viernes sostuvimos una más de nuestras reuniones de trabajo, entre los equipos de Gobernación y de Relaciones Exteriores, en las que hemos venido abordado un asunto crucial para las políticas interior y exterior del Gobierno de México: la Política Migratoria, asunto que, como pocos, supone y requiere la estrecha colaboración, coordinación y consenso entre las dos dependencias del Ejecutivo Federal.
Convine con mi amigo Marcelo en que sea éste el tema que abordaré en esta intervención ante ustedes, dejando un espacio final para sus comentarios y preguntas.
Permítanme empezar acotando el tema y sus aristas más importantes.
Me referiré especialmente al fenómeno migratorio desde Centroamérica a México, y a su impacto en nuestra relación con los Estados Unidos de América.
Como punto de partida, propongo distinguir y separar el flujo migratorio proveniente de Centroamérica en sus dos componentes principales:
1.- Quienes ingresan a México con la intención de residir, temporal o permanentemente, en nuestro territorio; y
2.- Quienes ingresan a México como un punto inevitable de tránsito hacia los Estados Unidos de América, siendo la llegada a ese país su objetivo casi único. De acuerdo a los datos del INAMI, alrededor del 80% de los migrantes centroamericanos que ingresan a nuestro país tiene como objetivo principal llegar a la frontera norte.
Por instrucciones de nuestro Presidente López Obrador, la política del Gobierno Mexicano estará basada en una visión humanitaria para regular el ingreso de los migrantes a nuestro territorio, para que sea legal y ordenado.
Respecto del primero de los grupos antes enunciados, y una vez autorizado y registrado su ingreso, ordenado, a nuestro territorio, lo siguiente será decidir, con cada uno de ellos, su ubicación en los municipios que resulten más adecuados, de acuerdo con sus características socio-demográficas y a las posibilidades de ofrecerles empleo, así como albergue, servicios básicos de educación y salud.
Respecto del segundo grupo, la política del Gobierno Mexicano se basará en un enfoque que, privilegiando la visión humanitaria, se hace cargo de la inevitable necesidad de considerar, por una parte, las decisiones que al respecto adopte el gobierno de los Estados Unidos, y por otra, la exigencia de que los gobiernos de los países de Centroamérica adopten políticas proactivas para alentar la permanencia de sus poblaciones dentro de sus propios territorios, con acciones e inversiones que estimulen el progreso y el desarrollo humano, como parte de la garantía de seguridad personal y familiar, el empleo y la dotación de servicios básicos a sus habitantes.
La Política Migratoria que estamos planteando parte del hecho de que México ha sido, a lo largo de su historia contemporánea, país de emigración y migración.
Millones de compatriotas han emigrado hacia Estados Unidos en búsqueda del trabajo y de las oportunidades de progreso que no encontraron, ni han encontrado, en sus lugares de origen.
De igual forma México ha sido país de asilo y refugio de personas y familias, que por motivo de conflictos bélicos, guerras civiles o golpes de Estado, abandonaron sus países de origen; como son los casos de quienes llegaron a México en el siglo XX provenientes de España, Italia y otras naciones de Europa antes de la Segunda Guerra Mundial, y en las décadas de los años 70 y 80 del mismo siglo, provenientes primero de los países de América del Sur de Chile, Argentina, Brasil y Uruguay que sufrieron golpes de Estado y dictaduras militares, y luego de países centroamericanos, asolados por conflictos internos y guerras civiles como fueron los casos de Guatemala, Nicaragua y El Salvador.
Por historia, tradición y convicción los mexicanos somos un pueblo solidario con quienes llegan a nuestro país, y al mismo tiempo exigentes con el respeto a los derechos humanos de nuestros compatriotas que salen a Estados Unidos en búsqueda de empleo y de oportunidades de progreso.
Es hora de que los derechos humanos que exigimos sean respetados a nuestros connacionales en los Estados Unidos, y en cualquier otro país del mundo, y también sean respetados por el Gobierno de México tratándose de las personas que llegan a nuestro territorio provenientes de otros países, ya sea para radicar aquí o como inevitable punto de tránsito hacia los Estados Unidos.
Por instrucción del Presidente López Obrador es clara y precisa: que el trato a los migrantes sea el mismo que exigimos a otros gobiernos tenemos que hacerlo también nosotros. Vamos a empezar por nuestra casa, brindando atención a nuestros connacionales que regresan forzadamente de los Estados Unidos.
Las secretarías de Relaciones Exteriores y de Gobernación postulamos, como punto de referencia para la política hacia los migrantes provenientes de los países centroamericanos, que aunque no México no es la causa del fenómeno, estamos decididos a ser parte de la solución.
Para que esa decisión del Gobierno de México sea factible, es condición indispensable que la comunidad internacional y los organismos multilaterales, en particular la ONU y la OEA, asuman su corresponsabilidad en la atención del fenómeno de la migración masiva desde los países de Centroamérica hacia Estados Unidos, que de manera inevitable transita por nuestro país. .
Es también indispensable que los gobiernos de los países de Centroamérica, en particular Honduras, El Salvador y Guatemala, asuman sus ineludibles responsabilidades en la atención a las demandas y aspiraciones de sus poblaciones.
Es evidente que la obligación primaria para atender, en su propio territorio, a las personas que ven amenazada su sobrevivencia por motivos de seguridad, o de carencias de lo más necesario para una vida digna, es del gobierno de cada país.
El Gobierno de México plantea a la comunidad internacional la imperiosa necesidad de asumir una visión de corresponsabilidad en la atención a los flujos migratorios provenientes de Centroamérica y que cruzan por nuestro territorio en tránsito hacia Estados Unidos de América.
El Gobierno de México está abierto y dispuesto al diálogo, serio, respetuoso y constructivo, con el Gobierno de los Estados Unidos de América, para atender de manera conjunta y coordinada a los migrantes centroamericanos que ingresan a territorio mexicano con el único objetivo de llegar al vecino del Norte.
Nuestra visión es que los migrantes no son delincuentes, mucho menos constituyen una amenaza a la seguridad de México o de los Estados Unidos.
Son seres humanos que buscan escapar de una realidad de inseguridad y de carencias en sus países de origen; que piden acceso a lo más elemental, que es la posibilidad de seguir con vida y acceder a un empleo que les permita con dignidad progresar.
Vamos a cambiar el paradigma sobre el que ha girado la política migratoria en los años anteriores para dar paso a una nueva visión y a un nuevo paradigma.
Vamos a instrumentar, en el más breve plazo posible, las acciones que permitan el acceso ordenado y seguro por nuestros puntos de acceso legal, y controlado, en nuestra frontera sur, como paso indispensable para brindar a los migrantes centroamericanos protección a sus derechos humanos, y a los que así lo decidan libremente, facilidades para una estancia segura y digna en nuestro territorio, conforme a los programas y acciones que al respecto instrumente el Gobierno de México, en coordinación y con la participación de los gobiernos estatales y municipales, especialmente en los estados del Sur-Sureste, como son Chiapas, Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco y Oaxaca.
Estamos calculando, en este momento, alrededor de setecientos mil centroamericanos que trabajan en nuestro país, en este sureste, concretamente en Quintana Roo, la Riviera Maya, Cancún y otros lugares, quiero decirles que no desplazan a los mexicanos, sino que complementan ésta mano de obra.
Para los migrantes cuyo objetivo al ingresar a nuestro territorio es transitar hacia los Estados Unidos de América, nuestra política consistirá en ordenar su estancia y movilidad, con plazos ciertos para que, llegado el caso, retornen a sus países de origen si es el caso de que no sea posible su acceso a Estados Unidos en condiciones aceptadas por las autoridades de aquél país.
Para la atención humanitaria y el respeto a los derechos humanos de esos migrantes, el Gobierno de México demandará la activa participación y apoyo de los organismos multilaterales, ONU y OEA concretamente, así como la corresponsabilidad de los gobiernos de sus países de origen.
Insisto en que aunque el fenómeno no es provocado por México, estamos dispuestos y decididos a ser parte de la solución.
En esas soluciones, en su desarrollo, precisión e instrumentación, seguiremos trabajando, en diálogo permanente con la Secretaría de Relaciones Exteriores y mantendremos el contacto con el gobierno de los Estados Unidos y con los gobiernos de Centroamérica, y desde luego con todos ustedes, nuestros representantes en el extranjero.
Permítanme dar contenido a las palabras que definirán la Política Migratoria en nuestra frontera sur: INGRESO ORDENADO Y SEGURO.
En nuestra frontera sur contamos con 12 puntos de internación terrestre en los que la Secretaría de Gobernación, a través del Instituto Nacional de Migración, atiende a las personas que desean ingresar a territorio mexicano por causas diferentes a las del intercambio cotidiano, regional, de mercancías y servicios, o con propósitos de turismo. En la misma frontera sur tenemos detectados y ubicados aproximadamente 370 puntos de cruce ilegal, no documentado, de personas.
Lo primero que estamos haciendo es fortalecer la capacidad de atención en los 12 puntos de ingreso terrestre con los que ya contamos, para luego determinar en cuáles de los puntos hoy ilegales es posible instalar al INAMI para el trámite de registro y admisión de migrantes. Los puntos en que lo anterior no sea posible serán vigilados y controlados para evitar el acceso no documentando de personas a nuestro territorio.
Para el acceso ordenado y seguro de las personas que crucen a nuestro territorio por la frontera sur será requisito la presentación de una solicitud de ingreso en la que, además de proporcionar sus datos personales, el solicitante manifieste, bajo protesta de decir verdad, cuál es el motivo de su ingreso a territorio mexicano. Las solicitudes de ingreso deberán acompañarse de un documento de identidad personal, cuando se tenga, de la persona interesada.
Al solicitante se le recabarán, además de sus datos personales, las huellas dactilares y fotografía del rostro, conforme a los estándares internacionalmente aceptados para este tipo de trámites.
Quienes rechacen proporcionar sus datos de identidad y los datos biométricos antes indicados no podrán ingresar a territorio mexicano, advertidos de que en caso de hacerlo por un punto fuera del control oficial, al ser detenidos por la autoridad mexicana serán devueltos a su país de origen o a aquél desde donde accedieron.
A quienes acepten realizar el trámite de ingreso conforme a las normas establecidas por el Gobierno Mexicano se les garantizará la respuesta inmediata a su solicitud en un plazo no mayor a 72 horas, salvo los casos en que la autoridad mexicana, por ejemplo, requiera de mayor información del solicitante.
Las personas admitidas en nuestro territorio podrán obtener su calidad migratoria bajo alguna de las siguientes figuras ya existentes:
- Residente temporal con permiso de trabajo (trabajador fronterizo);
- Solicitante de la condición de refugiado;
- Visitante por razones humanitarias;
- Visitante regional.
- Persona en tránsito hacia otro país.
Una vez cumplido lo anterior, se les otorgarán todas las facilidades e información para su internación ordenada y segura, hasta su ubicación en el municipio en que residirán.
Las personas que manifiesten como objetivo de su ingreso a territorio mexicano el tránsito hacia los Estados Unidos de América, serán ubicadas de inmediato en los lugares que para su alojamiento seguro y digno se dispongan, con la coadyuvancia de los organismos internacionales que participen con las autoridades mexicanas en su atención y asesoría.
A esas personas se les brindará asistencia humanitaria, información y asesoría para que realicen su trámite ante las autoridades migratorias de los Estados Unidos, advirtiéndoles que la decisión a ese respecto no corresponde al Gobierno de México, así como de la obligación que tienen, mientras permanezcan dentro de nuestro país, de respetar nuestras leyes y seguir las indicaciones de las autoridades migratorias.
Quiero poner de relieve que el fenómeno migratorio que estamos viendo habrá de continuar e incluso podría crecer en los meses y años venideros. Su manifestación más importante no son solamente las “caravanas migrantes”, sino el flujo cotidiano de seres humanos que cruzan por nuestra frontera sur en tránsito hacia los Estados Unidos.
Dos datos ilustran lo anterior: se calcula que el año pasado más de 300 mil centroamericanos ingresaron a territorio mexicano, la mayoría sin orden ni registro, de ellos, las caravanas de octubre pasado significaron, en promedio, de 10 mil personas.
La migración es parte de la historia de la humanidad, las caravanas de migrantes también. La Biblia da cuenta de una de ellas en la antigüedad. La salida del pueblo Judío de Egipto.
Lo que está en nuestras manos es cumplir con nuestra propia historia como Nación y como pueblo, siempre solidarios, siempre fraternos.
Para que México siga siendo la casa generosa que ofrece su abrigo a quienes de otras latitudes llegan a nuestro territorio, pero para esto necesitamos poner orden en nuestras fronteras, para entonces brindar a los migrantes la ayuda humanitaria y el trato digno y respetuoso que se merecen.
El primer derecho humano que tienen nuestros migrantes es, sin duda, el derecho a la identidad y de este se desprenden los demás derechos humanos.
Esa es la instrucción del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que tanto la Cancillería mexicana como la Secretaría de Gobernación estamos cumpliendo.
De nueva cuenta, les deseo a todas y todos ustedes un feliz inicio de año.
Muchas gracias por su atención. Quedo a sus órdenes.