Duarte, ¿fin de la Impunidad o más de lo Mismo?
Por Mario Ruiz Redondo / Argonmexico
Hasta ahora, en mis cuatro décadas de periodista profesional, 30 de ellos en los medios impresos y electrónicos de la ciudad de México, no he conocido a ningún ex presidente de la república o gobernador pobre, así como a poderosos empresarios prestanombres en la ruina, como tampoco a capos de la delincuencia organizada que sus familias vivan en condiciones precarias, así como ellos mismos al salir de la cárcel para disfrutar de fortunas intocables, a pesar de ser producto de actividades ilícitas.
Corrupción e impunidad, con el ingrediente infaltable del cinismo llevado hoy a extremos, al convertirse en un “deporte” en el que los records de abuso de poder dejan corta la imaginación ciudadana, a la que no queda más que el derecho de la denuncia frente a un marco jurídico hermético y cómplice, hecho a la medida de quien lo quebrante, sin posibilidad de ser sometido a ningún tipo de acción legal.
Aquí en Chiapas la sabiduría popular dice, que “hay que ser coche, pero no trompudo”, refiriéndose a quienes aprovechándose del ejercicio público o privado, roban sin la menor pena, conscientes de que la cárcel es para los débiles, no para los poderosos como ellos a los que las leyes protegen lo suficiente para disfrutar plenamente del atraco a las arcas gubernamentales.
El asunto en la historia del poder en México, es caer de la gracia del omnímodo que tiene la ley en la mano y decide aplicarla acorde a las circunstancias del momento político que se viva.
Sin embargo, en nuestro país, pese a las amenazas de siempre desde los púlpitos oficiales de que se aplicará la ley a los corruptos, a los delincuentes de “cuello blanco”, a los capos y asociados del narcotráfico, porque nadie estará por encima del Estado de Derecho y por lo mismo se combatirá la impunidad caiga quien caiga, lo único cierto en la realidad nacional es que todos los integrantes de este intocable gremio, gozan de cabal salud económica y financiera de sobra.
Los ejemplos están a la vista y en volumen exagerado que no pierden la oportunidad para incurrir en la ostentación de riquezas jamás imaginadas y por lo mismo insultantes para un pueblo que se debate en los niveles de una pobreza extrema y por lo mismo peligrosos para la estabilidad social.
Algo así como una Hermandad de la Delincuencia Organizada Oficializada.
Promesas de campaña que se reiteran y se vuelven amnésicas al llegar al ejercicio del quehacer público, en este rubro de la deshonestidad e intocabilidad, como en la última de 2012, cuando siendo candidato a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, se comprometió ante notario público a combatir a fondo este grave problema, mediante la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción.
A cuatro años cuatro meses de su gobierno, pareciera dar indicios de que algo se puede hacer todavía antes de que concluya el sexenio en 2018, con el caso del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, prófugo de la justicia federal desde hace seis meses y detenido por la Interpol apenas el pasado sábado 15 de abril, en el centro turístico de Panajachel, Guatemala, donde se encontraba vacacionando con su familia.
La noticia corrió el mundo dando tumbos e inundó con su impacto programas de televisión, radio, redes sociales y medios impresos. Sábado de gloria en la religión católica, dedicado a la quema de los “judas”, y con ello tal vez el mensaje cifrado desde las alturas en la aprehensión de Duarte de Ochoa, que por fin, había caído de la gracia de quien manda y decide dar fin a su libertinaje, con la intervención de la Policía Nacional chapina, bajo la batuta de la Procuraduría General de México.
Fin de uno de los capítulos de la vasta Historia de Apología del Delito que a diario nos suministran también Televisa y TvAzteca, lo mismo que Univisión y Tele Mundo, que lleva actualmente a infinidad de niños, adolescentes y jóvenes, a decirle a sus padres que no quieren seguir estudiando, porque la mejor forma de ser gente rica y con poder, es la dedicarse a la actividad narcotráfico, además de considerar esta actividad como emocionante.
El pupilo y sucesor de Fidel Herrera Beltrán del no menos señalado como de negro historial con el manejo indebido de dineros públicos y otras habilidades, allá en las tierras jarochas, de la Bamba y de los alegres decires de Alvarado, incurrió en excesos de confianza que le llevaron a su última cena, por ahí de las ocho de la noche, en la Hora de Dios chapina, nueve de la noche en el espacio mayoritario de México, en el paradisiaco centro turístico, del Departamento de Sololá, a 138 kilómetros de la capital guatemalteca.
No más noches de luna, de romance teniendo como fondo el Lago de Atitlán y los volcanes colindantes, con su esposa Karime Macías Tubilla, la chiapaneca de Villaflores, que junto con sus hijos le acompañaban en los momentos de su aseguramiento policial.
Investigación de seis meses de los Servicios de Inteligencia Federales, que se centraron en los movimientos de la familia, que serían la clave para dar con el mandamás veracruzano, que no supo cuidar las formas al contratar un avión privado para que su familia se trasladara desde Toluca a la ciudad de Guatemala y de ahí, en helicóptero su desplazamiento inmediato a Panajachel.
Algo gordo se comió el gordo Javier, para que la jauría se soltara en su contra en el día de los “Judas”, a diferencia de la tibieza con que la PGR actúa en contra de su tocayo, el ex de Chihuahua César Horacio Duarte Jáquez, quien se encuentra “prófugo”, pero sin ser molestado en la Unión Americana (Texas).
Obligada y necesaria declaración del Presidente Enrique Peña Nieto, este lunes 17 de abril, en el Caso Javier Duarte y de Tomás Yarrington, ex mandatario de Tamaulipas, detenido en Italia: “Quisiera referirme de manera breve a lo que sin duda está hoy como tema central en la opinión pública, que tiene que ver con las detenciones muy recientes que se han hecho a dos exgobernadores buscados por la justicia mexicana”.
La advertencia: “Quienes quebrantan la ley deben responder por sus actos. Independientemente de lo que determine el Poder Judicial, estas detenciones son un mensaje firme y contundente del Estado mexicano contra la impunidad”.
El reconocimiento: “Es claro, y creo que hoy todos quienes estamos en el servicio público asumimos la demanda sentida que hay entre la sociedad mexicana y entre la sociedad mundial, de demandar del servicio público, invariablemente, integridad, probidad y honestidad, como diariamente lo hacen, y hay que reconocerlo y hay que decirlo, millones de mexicanos”.
Precisión del Jefe de la Nación: “Estos resultados, o estos operativos realizados, se suman a los cambios institucionales que también habrán de representar el Sistema Nacional de Transparencia y el Sistema Nacional Anticorrupción. Son avances que cuentan con el respaldo de millones de mexicanos que buscan vivir en un país de leyes e instituciones, de derechos y libertades; un país con un Estado de Derecho sólido y eficaz”.
La convicción del quehacer Presidencial: “Y quiero aquí reiterar este reconocimiento porque, sin duda, en esta asignatura estamos dando pasos muy firmes, muy decididos y comprometidos, precisamente, en ir consolidando nuestro Estado de Derecho”.
Vendría en el discurso de Peña Nieto, la explicación de la tarea realizada: “Su localización, seguimiento y captura, hay que decirlo, son resultado del intercambio de información y del trabajo coordinado de las instituciones del Gobierno mexicano con sus contrapartes internacionales. Quiero reiterar mi reconocimiento a las agencias y unidades de inteligencia, seguridad y procuración de justicia por su profesionalismo y compromiso con el país”.
Oportunidad para ponderar lo realizado hasta ahora por su Administración: “He señalado una y otra vez, y aquí se han hecho referencia a varios datos muy positivos del avance que como nación hemos tenido, y de lo cual a veces poco se dice o poco se reconoce, pero las cosas buenas cuentan, y cuentan mucho, y cuenta mucho el comportamiento honesto, el comportamiento comprometido que millones de mexicanos tienen todos los días”.
Lo que no admite el Presidente de la República, es que su equipo de comunicación social sigue sin estar a la altura de las necesidades de información de la gente y de su gobierno, y por ello las cosas buenas de su gestión siguen sin ser tomadas en cuenta por una ciudadanía bombardeada permanentemente por una campaña mediática de desprestigio que hace inviable el impacto y conocimiento de los avances federales.
Se requiere mayor contundencia en el manejo de la imagen no solamente del Jefe del Ejecutivo, sino de toda su Administración, en donde tampoco se observa el nivel de comunicadores profesionales que dejen sus cómodas oficinas y entren en contacto no solamente con los periodistas de la ciudad de México, sino de toda la república, para que los más de 120 millones de mexicanos se enteren objetiva, pronta y verazmente del esfuerzo oficial que se lleva a cabo para atender y solucionar la problemática nacional.
Continuar con la estrategia de que Enrique Peña Nieto salga a todos los escenarios para informar, es el peor error que se puede seguir cometiendo. Hace falta una acción coordinada y precisa, para alcanzar este obligado y urgente propósito de enderezar los entuertos en la recta final del sexenio que culmina el 1 de diciembre de 2018.
Hace falta mayor capacidad y rapidez de respuesta del Primer Mandatario en casos especiales como el de Javier Duarte de Ochoa, pues al no ocurrir sino hasta dos días después, el enemigo mediático se adelantó y aprovechó para difundir que la aprehensión del ex gobernador tiene tintes electorales, al acercarse las elecciones para elegir el próximo 4 de junio, mandatarios en los estados de México, Nayarit y Coahuila, así como alcaldes en Veracruz.
Si el mensaje del Presidente Enrique Peña Nieto lo hubiese dado el domingo 16 de abril, en cuanto a que la detención tanto de Duarte como de Yarrington, forman parte de la aplicación del Sistema Nacional contra la Corrupción, el impacto en la sociedad hubiese sido muy importante.
Falla en la intención del inicio de la lucha contra los corruptos y su impunidad, por incompleta, ya que hizo falta que el Primer Mandatario fuera más allá en cuanto a que existen más ex gobernadores que podrían ir a la cárcel por delitos graves y ofensivos para el pueblo de México.
En Chiapas están pendientes y abiertas las averiguaciones de orden penal a Pablo Abner Salazar Mendiguchía, quien ya supo lo que es estar en la cárcel, de la cual salió por un “pacto político” con su sucesor Juan Sabines Guerrero, quien pasó por encima de la ley para liberar a su creador, sobre el que pesan el escandalosos enriquecimiento ilícito, al desviar recursos para su beneficio del presupuesto de 20 mil millones destinados a la reconstrucción de los devastadores daños causados por el huracán Stan, principalmente en las Regiones Costa y Sierra, en 2005.
Ahí están pendientes de castigo por delitos vinculados con peculado, asociación delictuosa, lavado de dinero, entre otros, los ex todopoderosos de Coahuila, Humberto Moreira; Guillermo Padrés, de Sonora; César Duarte Jáquez, de Chihuahua y Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo, por citar algunos prospectos.
Esos son los retos que deberá enfrentar con prontitud Enrique Peña Nieto. Ya empezó y debe continuar para convencer, si quiere que el Partido Revolucionario Institucional se mantenga en Los Pinos.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.
Premio al Mérito Periodístico 2015 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.