Paisaje Urbano de CDMX Años 70, Escenario para Rigoletto
Por Rubí Carbajal
*Arturo Chacón-Cruz, tenor mexicano se une al selecto grupo de artistas con un bis en Palacio de Bellas Artes *Aborda Temas universales como la doble moral, el abuso de poder y la violencia contra las mujeres
Argonmexico / Durante la primera función de la temporada de Rigoletto, de Guiseppe Verdi, en el Palacio de Bellas Artes el público vivió una noche memorable, con los roles principales a cargo de Alfredo Daza como Rigoletto, Leticia de Altamirano como Gilda y Arturo Chacón-Cruz como el Duque de Mantua, de quien su interpretación del aria La Donna è Mobile provocó que la sala estallara en aplausos; las ovaciones no cesaron hasta que la repitió, un honor poco frecuente.
Desde su estreno mundial en 1851, Rigoletto es celebrado por su potencia dramática y musical, y por abordar temas universales como la doble moral, el abuso de poder y la violencia contra las mujeres.
En la producción, que inició temporada en el Palacio de Bellas Artes, del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), organismo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, la trama se ubica en espacios inspirados en la Ciudad de México de la década de los sesenta. “La ópera tiene que conectarse con nuestros problemas y con nuestra sociedad de manera más directa”, comentó el director de escena, Enrique Singer, en conferencia de prensa.
Rigoletto es un bufón jorobado de la corte del Duque de Mantua, cuya mordaz complicidad con las tropelías del Duque lo convierte en blanco de una maldición. En su intento por proteger a su hija Gilda, desató una cadena de traiciones, venganzas y tragedias que conmovieron al público.
La puesta en escena transforma el Palacio Ducal en un antro: una fiesta de los años sesenta, con personas bailando en jaulas. En un callejón iluminado con luces de neón, Rigoletto llora su desventura, rodeado de sombras; su hogar es una vecindad popular con lavaderos en la azotea y ropa tendida; el tercer acto transcurre en una casa de citas.
En el vibrante ambiente, Chacón-Cruz se una a una constelación de artistas que han repetido un aria en el escenario del Palacio de mármol, entre los que se encuentran el barítono estadounidense Robert Weede (1950), los tenores italianos Cesare Valletti (1951) y Giuseppe Di Stefano (1957), así como los mexicanos Javier Camarena (2005) y la soprano Rebeca Olvera (2020).
Al concluir la función, los aplausos se prolongaron por varios minutos, incluso desde los pasillos y las puertas. “Me acordé de la casa de mi abuela, así era, hasta en las luces. Fue emocionante escuchar ese bis, nunca había ayudado a uno”, expresó emocionada Mariana, una asistente del público.
La Orquesta y el Coro del Teatro de Bellas Artes, bajo la dirección huésped de Rodrigo Elorduy y la preparación coral de Alfredo Domínguez, acompañaron de forma magistral la función.
En el escenario alternarán Alfredo Daza (11 y 15 de mayo) y Jorge Lagunes (13 y 18 de mayo) como Rigoletto; Arturo Chacón-Cruz (13 de mayo) y Leonardo Sánchez (11, 15 y 18 de mayo) como el Duque de Mantua; Leticia de Altamirano (11 y 13 de mayo) y Génesis Moreno (15 y 18 de mayo) como Gilda. El elenco se complementa con Octavio Rivas, Lourdes Ambriz, Carlos Sánchez, Josué Cerón, Grace Echauri, Armando Gama y Gerardo Reynoso, entre otros.
La producción cuenta con la dirección concertadora de Benjamin Pionnier, el diseño escenográfico de Auda Caraza, la iluminación de Víctor Zapatero, el vestuario de Carlo Demichelis e Indira Aragón, el maquillaje y la peluquería de Cynthia Muñoz, la utilería de Adriana Jiménez, la coordinación de vestuario de Lourdes Yáñez, el diseño gráfico de escena de Aída Ramírez, y la coreografía de Raúl Tamez, con Rodrigo González como registrador de coreografía.