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De Frente Y De Perfil

Por Ramón Zurita Sahagún

La Historia Verdadera Debe Ser Contada

Argonmexico / Que grato resulta escuchar la voz, a través del teléfono móvil, de un amigo, con el que tenía una década de no platicar.

Sabía de él, porque después de más de 20 años continúa siendo noticia y la sola mención de su nombre genera reacción.

Se escucha jovial con el característico tono de la voz cantarina de la península de Yucatán. A sus 73 años de edad no muestra resentimiento alguno, ni profiere injuria alguna con los que le voltearon la espalda. Tiene dolencias de todo tipo, pues pasar más de 20 años en la cárcel, dentro y fuera del país no es para menos.

Debido a esas enfermedades, algunas degenerativas y otras crónicas y a la aparición de la pandemia fue que Mario Ernesto Villanueva Madrid pudo pasar de un reclusorio a una prisión domiciliaria y ahora vive en la casa de uno de sus hijos.

La ley no ha sido benévola con él, pese a que muchas de las acusaciones que se le hicieron no cuentan con el soporte necesario para procesarlo fue extraditado y enviado a una fría prisión del norte de Estados Unidos.

Una década anduvo por allá y al regreso no le hicieron válida la opción de prisión domiciliaria al cumplir siete décadas de edad.

Mario Ernesto Villanueva Madrid, fue un buen gobernador, tanto así que 23 años después del término de su mandato, la gente le sigue reconociendo en Quintana Roo, especialmente, en el sur del estado, los logros de su gestión.

En la actividad política, ausente el ex mandatario, su hijo Mario Ernesto continuó con el legado y consiguió ser diputado local y alcalde de la capital del estado Othón P. Blanco (Chetumal).

Villanueva Madrid no participa en política debido a su cautiverio, pero su familia si lo hace y la presencia de su esposa Isabel Tenorio fue sumamente notoria al lado de la candidata de MORENA, Mara Lezama, la favorita para triunfar en los comicios para gobernador del cinco de junio.

El proceso en contra del ex gobernador de Quintana Roo fue muy sonado, ya que algunos consideran que las pruebas presentadas carecían de la solidez necesaria para enviarlo a la cárcel y que se recurrió a la compra de testigos protegidos para acusarlo.

Su principal delito fue el de lavado de dinero, señalado por los testigos protegidos, que, se afirma, consiguieron las propias autoridades que lo juzgaban.

Desde siempre se dijo que el principal delito de Mario Ernesto fue el de pelearse con Rodolfo Zedillo Ponce de León el menor de los hermanos del entonces Presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León.

La voracidad del hermano del Presidente era ampliamente conocida y Mario Ernesto no le concedió lo que le pedía, por lo que vino la ruptura.

Villanueva Madrid sabía que no era de las querencias del mandatario, quien resultó candidato emergente a la muerte de Luis Donaldo Colosio, con el que Mario Ernesto tenía cercanía.

Pero eso ya pasó, lo que ahora importa es que el ex gobernador cercano a cumplir 74 años y con diversas enfermedades del corazón, del riñón, de la columna vertebral y otras más se encuentra en prisión domiciliaria, pero solamente hasta que pase la pandemia, ya que por su edad avanzada y el cúmulo de males fue enviado a la prisión domiciliaria, pero solamente durante el término de la pandemia.

Mario como sucede con Alejandra Cuevas Morán, son víctimas del sistema de justicia mexicano, donde la ley se continúa aplicando al gusto de los poderosos.

La historia de Mario Ernesto Villanueva es digna de contarla paso a paso y de cómo su ejecutor, Mariano Herrán Salvati, encargado de la Fiscalía para la Atención de los Delitos contra la Salud, reconoció que fueron instrucciones del entonces Procurador Jorge Madrazo Cuéllar, actuar en contra de Villanueva Madrid y armarle pruebas de acusación por narcotráfico.

Herrán Salvati se convirtió, después, en abogado defensor de Mario Ernesto.

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Los fines de semana parecen los días favoritos para que los grupos delincuenciales siembren el terror en diversos territorios. Ahora tocó el turno al norte de Tamaulipas (Nuevo Laredo) y Colimas, ser los epicentros de la violencia.