Hablando de Cofradías
Por Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
El día 9 de mayo del año que corre, se va a escenificar a nivel mundial,
una solemne ceremonia a fin de celebrar uno de los ritos más
importantes en honor del santo patrono de los abogados.
El equilibrio, la tradición y la seriedad de otras épocas, estará vedada
para los profanos. Esa vieja usanza señala y ordena según sus
decretales que ese ritual se verifique primeramente en una
determinada iglesia de la Ciudad, más tarde después de ello, los 33
integrantes del Supremo Consejo tendrán que trasladarse en total
secrecía y bajo absoluto voto de silencio a un Palacio de Justicia, para
ahí elegir a quien será nuestro Presidente de la Cofradía, por causas
esotéricas y reales el seleccionado siempre tiene que ser un abogado,
él será el encargado de portar y custodiar nuestro estandarte.
Previamente y entre columnas habrá ya demostrado contar con
capacidad jurídica para actuar a favor de la justicia, sólo así, tendrá
como obligación depositar el pendón de la Cofradía en su morada
profesional.
Respecto a nuestra Cofradía en el ayer se dijo que es “una orden tan
antigua como la magistratura, tan noble como la virtud y tan necesaria
como la justicia”.
La historia de nuestra Cofradía se remonta al ya muy lejano año de
1617 y el primer custodio de nuestro estandarte lo fue, según cuenta
la leyenda, el abogado Jeham Veter en la Ciudad de Paris. La orden
específicamente fue creada para ocuparse de todas las cuestiones de
Justicia que deberían de ser conocidas por la “Comunidad de los
Abogados y Procuradores”.
De origen, como hasta ahora, se tendrían que hacer todas las
reprimendas hacia las Cortes de Justicia, reclamos que previamente
tendrían que ser analizados, examinados y aprobados en una asamblea
que por obligatio debía de estar integrada por abogados que se hayan
caracterizado por la defensa de sus conciudadanos, tendría que contar
con la asistencia de dos jóvenes, los cuales también deben de votar y
tomar en consideración si las quejas y chicanas expuestas por el
pueblo en contra de los injustos que no supieron o no se sujetaron a
nuestras antiguas formas, contrariando y contraviniendo con ello el
estilo, las ordenanzas y decretales de la cofradía, también conocida
hoy como la Orden de San Nicolás.
En los primeros tiempos eran los ciudadanos quienes debían sostener
por si mismos sus derechos, no obstante ello y dado que buen derecho
requiere ayuda se nos concedió a los abogados el privilegio de efectuar
defensas. Es por ello que ahora nuestra tradición nos ordena reunirnos
en una “Cámara de la Justicia” a la que nombramos “Comunidad” en
ella los 33 recipiendarios de la “Venera del Derecho, la Paz y la
Justicia”, deliberamos acerca de los asuntos de Justicia, antes de librar
verdaderos combates a favor de ella; el aprendiz hace sus primeros
ensayos en al Conferencia de Pasantes, donde en medio de los más
diversos temperamentos y aptitudes, aprende, con las difíciles reglas
del arte del derecho, las tradiciones de nuestra cofradía y las reglas de
la profesión, así como las disciplinas de la inteligencia y del alma que
vinculan al abogado con la justicia, a fin de ingresar a una verdadera y
autentica fraternidad. En ésta gran Fraternidad Universal consideramos
a nuestros noveles abogados y les imponemos un periodo de prueba,
en el que nuestros pasantes se inician en las dificultades del arte, les
concedemos a cada una de esas togas mandatos diferentes, unos
darán consejos, otros litigarán, los más redactaran los suplicatorios
necesarios a fin de solicitar se provea justicia, algunos vigilaran las
conductas y procedimientos de ciertas autoridades, los más avezados
investigarán quejas, alguien formulará querellas: Entre Columnas de
Oriente se elegirá a uno que se selecciona de lo mejor del medio para
prepararlo durante doce años a fin de ingresarlo en la cofradía.
En esa añeja tradición de hace siglos se nos da una palabra en secreto
que nunca debemos revelar, sin embargo si alguien no actúa en
justicia y nos pide que la revelemos, de inmediato debemos de actuar
acorde a la expresión latina “dicasitas” y es ahí y con ella donde se
inicia el último trecho a fin de obtener justicia.
La Cofradía en México inicia los preparativos para esa fiesta. Ya se
entregó el libro y ello sólo lo comprenderán los iniciados. Ya otro fue al
Corte de las Encinas, uno más prepara tambores y estandarte.
Somos los herederos de las Armas de Pompeyo y a honra lo tenemos.
El que sepa leer que lo entienda. Cuando se acerca el 9 de mayo, todo
anda bien. Ya se litiga ante la concurrencia extraordinaria del pueblo.
El atrevimiento llegó a tal punto que la Cofradía hoy repetirá ACTA EST
FABULA y esa expresión la última vez que se dijo fue en el parteaguas
de las desgracias de México. Así se escribió.
Hasta aquí llegamos. Ojalá algún día mis gentiles lectores, puedan
comprender lo velado de ésta columna. Sólo sepan que el derecho que
había brillado por su ausencia: Hoy retorna.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de abogados de México, A.C.,