Cine Mexicano : Pantalla Grande al Streaming
Por Crispín Barrera Ponce
Argonmexico / Se vive una nueva época de oro en la industria cinematográfica, dijo Jorge Ayala Blanco, de la ENAC
Cambia la manera de disfrutarlo: David Wood, del Instituto de Investigaciones Estéticas
Este 15 de agosto se festeja el Día Nacional del Cine Mexicano
Considerado como el séptimo arte, el cine estremece con su magia a los espectadores. La pantalla grande, los sonidos y las imágenes logran, como ningún otro medio, provocar diversas emociones, juntas o separadas; en una misma función se puede transitar de la risa al llanto, de la reflexión a la ira o al coraje, de la ternura al sufrimiento y de ahí a la pasión.
México es un país con gran tradición cinematográfica; “su gran relevancia, que creó toda una mitología a su alrededor, fue por figuras como Jorge Negrete, Sara García y Pedro Infante, que además de ser grandes estrellas eran verdaderos prototipos de comportamiento, como el macho fanfarrón o la madre abnegada”, explica Jorge Ayala Blanco, profesor decano de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) de la UNAM, quien resalta que el cine mexicano cuenta con una gran trayectoria.
La época dorada de nuestro cine es muy añorada y aplaudida, así como la manera en que antaño se veía, en las grandes salas. Ahora, la pandemia ha acelerado el proceso que ya se estaba dando con respecto al soporte, pues en la actualidad las películas en streaming han modificado la forma de disfrutarlo, comenta en el marco de la conmemoración del Día Nacional del Cine Mexicano 2020, este 15 de agosto.
Desde la óptica de David Wood, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE), la experiencia de salir al cine es insustituible. “Es un suceso social. Las personas asisten a un lugar público a ver una película, solas o acompañadas, y están rodeadas de gente extraña. El cine no sólo es un arte, es también toda una experiencia sensorial por la enorme pantalla, el sonido Dolby, incluso por formatos como 3D, 4D o 4DX”.
Cine de Oro Mexicano
Gran conocedor, Jorge Ayala Blanco recuerda que la época del Cine de Oro Mexicano comprende de 1939 a principios de los años 60, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando hubo grandes estudios, tan importantes como los de Hollywood, en Estados Unidos, con un cine industrial y un alto grado de profesionalismo.
Quien iba a ver cine mexicano en los años 30 era ingenuo y un verdadero consumidor. Esa industria se veía como una forma de vida, de reconocimiento e identificación con quienes salían en la pantalla grande; las cintas buscaban lograr la empatía perfecta, detalla.
Las películas también han impuesto una visión histórica de la propia identidad, como las de la Revolución Mexicana; es el caso de “Vámonos con Pancho Villa”, de Fernando de Fuentes.
Otro tipo de filmes se realizaron con la mirada puesta en las ciudades, con historias de pobres y ricos; los primeros casi siempre eran generosos, bondadosos o solidarios, mientras que los segundos malvados, opresores y explotadores, argumenta el también autor de 15 libros en la materia, dos más en imprenta y otro en proceso de elaboración con ensayos, en los que analiza 100 películas sobre la lucidez, madurez y novedad de este tipo de cine.
“En los años 60 surgieron nuevas generaciones de productores, a raíz del concurso de cine experimental, donde se descubre que cualquiera puede hacer películas, y porque en la UNAM, en esta gran universidad, en 1963 se funda la primera escuela de cine del país: el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos –CUEC, ahora ENAC–, de la que egresan nuevos talentos y creadores”, destaca.
Para 1965, continúa Ayala Blanco, el cine había encontrado la manera de ser una industria hegemónica en México y Latinoamérica. En la actualidad, el cine nacional constituye una gran riqueza, porque difícilmente encontramos otra cinematografía con un repertorio tan diverso de talento.
“Incluso vivimos una nueva época de oro del cine mexicano, con la única diferencia de que ahora se tienen pocos espectadores en las salas, y esto puede condicionar la exhibición”, puntualiza el responsable de la Cátedra de Historia y Análisis del Cine desde el año de 1965, en la ENAC. Y destaca que la evolución de las salas también ha sido importante: antes eran para mil 500 asistentes y hoy son más reducidas.
No obstante, han surgido nuevas formas de disfrutarlo. Las películas en streaming, cada vez más socorridas, son muestra de ello, y un caso digno de mencionar es ‘Roma’, una de las cintas más importantes en Netflix, del director mexicano Alfonso Cuarón, egresado del CUEC.
Pandemia abre archivos fílmicos
En tanto que David Wood apunta que “el cine no puede definirse exclusivamente como un espectáculo de la pantalla grande, siempre ha mutado entre formatos y la crisis actual no hace sino acelerar una transición hacia experiencias de pantalla distintas y diversas, que ya se venía dando desde hace años”.
La pandemia de COVID-19 también ha modificado el modo en cómo se ve, se exhibe y traduce el cine; en una palabra, cómo se disfruta. Estos cuatro meses han traído implicaciones negativas y positivas a este sector, como la nula asistencia a las salas de cine, pero la oportunidad de disfrutar de festivales desde casa.
Debido a la emergencia sanitaria, resalta, se han abierto posibilidades de acceder a películas y archivos fílmicos en televisión o en línea, y con la reapertura de las salas la situación no será la misma, pues no se permitirá llenarlas al 100 por ciento de su capacidad y mucha gente seguirá temerosa por el SARS-CoV-2.
Wood subraya que esta manifestación artística debe ir a tono con su público y la incidencia que pueda tener en la sociedad; entonces, si la humanidad pasa por momentos críticos, se debe pensar cómo abordar la situación, con diferentes formas de relatarla e interpelar a los nuevos espectadores. No se detiene allí y demanda: el cine también debe ser resiliente.
Una de las tendencias en estos momentos que no es posible salir a filmar, es el cine de ‘reapropiación’, en el que artistas visuales a nivel global se reapropian de materiales hechos previamente para reeditarlos y resignificarlos. “Con el uso de computadoras hacen magia con elementos que encuentran en Internet”, expone el escritor de “El espectador pensante: el cine de Jorge Sanjinés y el Grupo Ukamau”.
Otra tendencia, que también se ha vuelto particularmente pertinente en la coyuntura actual, es la de filmar, editar y difundir con lo que se tiene a la mano: celular, computadora, Internet; es decir, la producción casera.
Estas nuevas formas exigen ser más creativos con los medios que hay al alcance para transformar las dificultades en ventajas, además de convertirse en una manera autónoma, incluso casera, de desarrollar actividades artísticas y de recreación.
Día Nacional del Cine Mexicano
Muchos cambios ha vivido el cine en el mundo a 132 años de la primera filmación de “La escena del jardín de Roundhay”, realizada en Leeds, Inglaterra, por Louis Le Prince, quien en la casa de sus suegros hizo un cortometraje de menos de dos segundos, logrado con 20 fotogramas que muestran a algunos familiares que andan y ríen. La película original fue reproducida en el proyector de Le Prince, a una velocidad de 12 cuadros por segundo, lo que permitió sumar 1.66 segundos.
En 2018, el Senado de la República aprobó el Día Nacional del Cine Mexicano para promover la historia de la producción en el país, el patrimonio cinematográfico y el trabajo de quienes archivan e investigan esta riqueza, además de fomentar lo que se hace actualmente en nuestro territorio.
Asimismo, los expertos en cine coincidieron en que la conmemoración de este día es una autocelebración, porque al mismo tiempo que se festeja al cine nacional, también se hace a la cultura mexicana, en una de sus múltiples facetas más vivas e influyentes, y es ahí donde radica su importancia.
En festejos anteriores, la UNAM implementó plataformas para difundir el cine nacional en cineclubes y centros culturales. Y en algunas partes del país se han presentado funciones con traducción simultánea a lenguas indígenas. “Estos esfuerzos no son sólo para públicos asiduos, sino para aquellos sin posibilidades económicas para asistir a una función tradicional”, concluye David Wood.