Mi Obra Refleja y Crea Conciencia de lo Peligroso y Frágiles que Realmente Somos: Angel Lartigue
Por María Esther Beltrán Martínez Fotos: Artista
Argonmexico / Andalucía, España.- Toda mi obra es lo que yo defino como un proceso de “putrefacción”, una de las etapas biológicas de descomposición, explica Angel Latirgue, investigador y artista independiente nacido y criado en Houston, Texas.
El trabajo de este artista es explorar la relación entre el cuerpo y la tierra a través del uso de materia de putrefacción como materia prima. Lo que ha llevado a experimentar con procesos de descomposición en obras de arte, incorporando hongos, insectos e incluso olores capturados durante el trabajo de campo.
En pleno confinamiento realizamos la entrevista a este artista para conocer más su proceso de creación.
¿Cómo defines tu obra?
Mi obra la defino como un proceso de “putrefacción”, una de las etapas biológicas de descomposición. Esta investigación me ha llevado a estudiar la descomposición humana y las técnicas arqueológicas de exhumar restos humanos. Este momento de mi vida fue crucial para mi trabajo porque me hizo darme cuenta de cómo el contexto de la tierra, tanto ecológico como político, determina nuestra relación con nuestro cuerpo.
¿Qué técnicas utilizas?
Mi obra es cruda, y putrefacta, como lo ya existente. Mi método principal consiste en transportar microorganismos de un punto a otro por el simple toque, para mostrar que la línea entre la vida biológica y la muerte es muy delgada y frágil. Uno puede observar el proceso, a través de una caja de Petri, un medio nutritivo utilizado por los científicos para cultivar bacterias y hongos. Inicialmente comencé a transportar microorganismos desde sitios de entierros y de cadáveres y recientemente objetos antiguos que provienen de tierras regionales. La caja de Petri es un vehiculo para comunicar, oler, y ver lo transmissible, haciéndonos dar cuenta de que hemos sido parte de esta relación simbiótica por siglos. Por medio de tocarnos transportamos tiempo y espacio, nuestra movilidad deja huella tan antigua y a la vez viva que no se percibe a la simple vista.
¿Qué representan tus obras?
Mis obras representan como la transición de un mundo a otro, cómo nuestros cuerpos son absorbidos por la tierra y regresan en sombras de organismos no-humanos y materia espíritual. He recibido rechazo de instituciones de arte, galerías y el público general con un miedo contagioso al mostrar mis trabajos de putrefacción. Por supuesto, esto se amplificará mucho con la nueva normalidad que trae la pandemia y los impactos que el distanciamiento social tendrá en nuestra percepción con vida microbiana y cosas como virus. La realidad es que los cuerpos humanos son más susceptibles a transferir sistemas biológicos que cualquiera de mis obras combinadas. Mi trabajo solo refleja y crea conciencia de lo peligrosos y frágiles que realmente somos. No es la obra a la que la gente le teme, sino realmente el miedo que tenemos a nosotros mismos.
¿Cómo has vivido este paro inesperado por el COVID-19?
Una pandemia estallaría justo cuando me mudara fuera del país, de los Estados Unidos, para atender a una residencia artística en el extranjero.
Siento que me he estado preparando para este virus durante toda mi carrera como artista. Porque mi medio principal ha sido investigando lo vivo, como los microorganismos, y lo inerte. Ahora me encuentro en cuarentena en Ciudad de México, que igual es un sitio de brotes epidémicos históricos que comienzan con la conquista colonial, por lo que me parece importante estar aquí en este momento.