Fijar Postura del GPPRI la Diputada Federal Ana Lilia Herrera Anzaldo, con Motivo del Día Internacional de La Mujer
Por Daniel Gómez Trejo
Argonmexico / Muy buenos días a todas y a todos.
Hoy destacamos la figura tan alta, tan determinante de Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana, la décima musa; la mujer culta, la escritora prolífica, la lámpara que iluminó toda una época, como lo definiera Rosario Castellanos.
Una mujer que se erige como un símbolo de nuestra mexicanidad y de una lucha que sigue vigente más de tres siglos después, la igualdad de las mujeres.
Convocar hoy a las figuras de Sor Juana, y de Ifigenia Martínez, representa traer al debate nuevamente la necesidad de reivindicación, de justicia, de reincorporación y de visibilidad de las mujeres.
Las honramos porque cada una con su esmero dio voz a las mujeres de su época, desafiando las estructuras sociales, yendo en contra de la discriminación y los estereotipos, que hay que decirlo, nos dañan a todas y a todos.
Nacer mujer en el siglo de Sor Juana, era sinónimo de vivir sin gozar de los derechos naturales que posee o que debiera poseer cualquier ser humano.
Nacer mujer en el siglo de Ifigenia Martínez, era sinónimo de vivir luchando por el reconocimiento de las ideas, de la capacidad de trabajar y aspirar a un salario igual, porque el talento y el esfuerzo es el mismo, pero la capacidad de mirarnos iguales, aún no lo es.
Pensemos compañeras y compañeros, en nuestros hijos, en nuestras hijas, en quienes tengan nietas, porque nacer mujer en este Siglo XXI, es no comprender cómo millones de mujeres no pueden todavía alcanzar los sueños, los logros de Sor Juana o de Ifigenia, y mirar con azoro cómo se desmantelan los programas e instituciones de protección a nuestros derechos.
Quiero agradecer la deferencia de mi grupo parlamentario para que en nombre de todos nosotros, podamos expresar hoy que existe frustración, pero nunca resignación.
Que las obras de Sor Juana y de Ifigenia Martínez, no estén acabadas, no significa que nos daremos por vencidas, seguiremos insistiendo y proponiendo que se actúen y se restituyan los derechos esenciales, dañar a una sola mujer significa lastimarnos a todas, y dañar de muerte literal a esta sociedad.
El dolor de una mujer y sus hijos, refleja el malestar de una sociedad, pero ese clamor no se sana con discursos. La desgracia y la impotencia no se atienden con improvisaciones, no se atienden con ocurrencias. Se atienden respetando la ley y haciéndola valer.
A mis compañeras y compañeros de la Legislatura de la Paridad, presencia no significa conciencia, y mucho menos obediencia ciega.
Paridad no significa igualdad. Por ello, pido hoy con respeto, pero también con energía, a las valientes y valiosas mujeres que conforman esta Soberanía, a los hombres que aspiran a representarnos, cuidemos y no solo eso, hagamos más grandes las conquistas que como sociedad hemos logrado.
Desconozcamos y reprobemos categóricamente que el partido que hoy tiene mayoría en las Cámaras y detenta el Poder Ejecutivo, traduzca la confianza ciudadana en mecanismo de venganza política, que invente males donde no puede generar bienes y simule combates a la corrupción para justificar su visión clientelar.
Los derechos, la dignidad de las personas no son negociables, no están a la venta y no podemos permitir que se desmantelen las instituciones, las leyes o los derechos que tenemos.
Exijamos que cumpla el gobierno con su responsabilidad de implementar políticas públicas que vayan al fondo de los problemas.
Compañeras y compañeros, repartir dinero no es una política pública y el dinero no va a alcanzar para atender las múltiples necesidades que hoy seguimos exigiendo.
Quiero cerrar, se me acaba el tiempo, pero le pido a la presidencia unos segundos más para contar una anécdota de doña Ifigenia.
Una mujer que en el 68, cuando se tomó Ciudad Universitaria y el general a cargo encuentra a la maestra Ifigenia trabajando en su oficina, le pregunta. ¿qué hace aquí? Ella, sin miramientos voltea y le responde, la pregunta es para usted, ¿qué hace usted aquí? Le respondió la maestra Ifigenia.
Por supuesto la trasladaron en una “julia” a Lecumberri, y su protesta fue hacer una V de la victoria.
Compañeras y compañeros, exijamos nuestros derechos, los derechos de todas las mujeres, ni más ni menos.
Muchas gracias.