Desarrolla IPN Proyecto de Plantas Agroalimentarias
La científica del Centro de Investigación en Biotecnología Aplicada (CIBA), Unidad Tlaxcala, doctora Analilia Arroyo Becerra, explicó que a través del manejo genético se podrán mejorar las especies de plantas sensibles a condiciones ambientales extremas.
“Nosotros -enfatizó- sólo estaríamos usando los genes que ya produjo la naturaleza, en plantas adaptadas a condiciones de estrés extremas, para insertarlos en plantas de interés agronómico y, con ello, buscar dar solución a la problemática en la producción alimentaria en amplias zonas de nuestro país donde existe fuerte carencia de agua”.
La científica indicó que a través de la investigación “Evaluación del Potencial Biotecnológico de Plantas Vasculares Mexicanas Tolerantes a Estrés Hídrico”, se han logrado resultados alentadores en las especies mexicanas como Distichlis spicata (zacate salado) y Selaginella sartorij (planta de resurrección), mismas que se han identificando con potencial biotecnológico.
“Estas especies vegetales -afirmó- se encuentran preferentemente en diversas regiones áridas de mesoamérica y de ellas se tiene información limitada o nula, en especial a nivel de su genoma, por lo que representan un campo de gran potencial científico y biotecnológico”.
Alertó que a nivel mundial el gran problema a enfrentar en las próximas décadas será la carencia de agua, que aunados a factores ambientales como la sequía, salinidad, temperaturas extremas, tóxicos químicos y el estrés oxidativo, serán la principal causa de pérdida de cultivos, reduciendo las cosechas en más del 50 por ciento.
Puso como ejemplo lo ocurrido el año pasado al norte del estado de Tlaxcala, donde por la sequía se perdió el 90 por ciento de las cosechas. “Lo importante es que en un futuro, se podrán insertar los genes de origen vegetal, que ya están en la naturaleza y que han sido perfeccionados durante la evolución, para contender con condiciones extremas”, refirió.
La científica politécnica expuso que las investigaciones llevarán más de dos años hasta que se puedan insertar los genes que se aíslen a plantas como el maíz. “Se tendría que esperar un tiempo más (año y medio), para comprobar que realmente adquirieron la tolerancia al estrés, salinidad y/o sequía, ya que la planta del maíz tiene un ciclo de vida largo”, subrayó.
Aseveró que en el caso de nuestro país es grave el problema de la distribución de los recursos hídricos, pues más de la mitad de nuestro territorio tiene características desérticas y semidesérticas, aunado a que en 79 por ciento de las tierras cultivables, la precipitación pluvial es calificada de irregular a deficiente.
Señaló que otros factores que consideró en su proyecto de investigación enfocado a solucionar el problema alimentario, es que la irrigación se constituye en un recurso cada vez más usado y que contribuye progresivamente a la salinización de los suelos.
Finalmente, Arroyo Becerra indicó que su investigación se ha centrado en los efectos del déficit hídrico en las plantas, la caracterización de los mecanismos de respuesta y adaptación, así como la manipulación genética para lograr incrementos a la tolerancia al estrés hídrico (falta de agua), temas que son prioritarios para nuestro país.