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Por Francisco Rodríguez  

Ya en serio, ¿qué quedó de la 4T?

Argonmexico / Cuando se trata de proteger los derechos de los pueblos puede acudirse a la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad que está en vigor en todo el planeta desde el 11 de noviembre de 1970. Se firmó para impedir que todo sea juzgado por el solo paso del tiempo.

Es un mecanismo fundamental contra el olvido, por el resguardo del objetivo superior del bien público, entre otras muchas consideraciones de doctrina jurídica que se han emitido a lo largo de la historia de la humanidad. 

Abarca una serie de temas de suyo interesantes, como las legislaciones adversas a los derechos humanos, el rescate de las culturas indígenas ancestrales, la condición igualitaria de la mujer y el reconocimiento de la diversidad sexual, entre otras cosas que hoy son del dominio público y forman parte de la agenda de libertades.

Aquí, como ni sabemos que los tratados que firmamos pasan por disposición constitucional a formar parte de las garantías individuales, como nos ha pasado por la espalda ‎el cumplimiento mínimo de las mismas leyes que nos damos, no se sabe gran cosa de este instrumento, pero está vivo, positivo y vigente.

Ojalá los mexicanos podamos exigir muy pronto lo mucho que se nos debe

Para darnos una idea de lo que a diario se nos está olvidando o lo que el régimen deja pasar por alto tenemos que señalar que gracias a este Convenio Internacional, entre otras cosas, los mexicanos hemos mantenido el derecho de reclamar en todo tiempo y lugar la propiedad de las tierras arrebatadas por los yanquis del otro lado del río Bravo.

Es también un homenaje a la memoria sobre el pasado antiguo y el reciente, demasiado reciente, una especie de vigía internacional sobre aquellos mandatos que todos estamos obligados a cumplir y a preservar.

Como el principio latino de que el que puede lo más, puede también lo menos, reclamar es ya sólo una cuestión de oportunidad. Ojalá los mexicanos podamos exigir muy pronto lo mucho que se debe a este pueblo en términos de resarcimiento de todos los agravios que ha infligido la corrupción, siempre en primer lugar entre nosotros. 

Ejecutivo ñoño, Legislativo sin agenda propia y Judicial en los negocios

La corrupción, como siempre, es el principal enemigo de la memoria histórica, antigua y reciente, porque todos sabemos que ha sustentado situaciones de hecho, legislativas, judiciales y constitucionales que jamás han prescrito en contra de los indolentes. Debemos, como siempre, acostumbrarnos al futuro.

Ya tocó a nuestra puerta, simplemente porque una Convención Internacional no prescribe, siempre estará entre nosotros la argumentación indispensable sobre los derechos ciudadanos, sobre las juridicidades políticas, económicas, sociales y culturales de pueblo, como lo demanda la Constitución tan violentada.

Sobre todo en estos momentos del país, donde a escasos dos años de brutal ejercicio del mando, sólo quedó un Poder Ejecutivo ñoño y descastado, un poder Legislativo sin agenda propia ‎ni sustancia, un poder Judicial entregado a los negocios, al prevaricato y al influyentismo. Igual que gobiernos estatales deprimentes saqueados por mandarines chiquitos, por próceres y cabildos vergonzosos. 

Fuerzas Armadas, ¡hasta la médula en los bisnes de los que mandan!

Sólo quedaron un Ejército y Marina Armada reconocidos en el extranjero por su alta letalidad sobre inocentes y por ser caravanas y resguardos de la seguridad personal contra la ley de los capos sanguinarios de las drogas. Además, unas Fuerzas Armadas comprometidas hasta la médula en los negocios turbios de los que dicen que mandan.

Proyectos y campos petroleros subastados al peor postor, entrambuliques dirigidos desde cúpulas desautorizadas por la tropa y por la oficialidad, dirigidas por la mancuerna de Audomaro Martínez y El Chencho Sandoval, verdaderas comparsas, lambiscones y cuentachiles del Ejecutivo.

Quedó también un sistema de procuración y de impartición de justicia fallida e interesada que pide a gritos las intervenciones de comisiones serias de la verdad y de la memoria ciudadana que puede apelar ante cortes y tribunales internacionales todo lo que puedan y deban juzgar lo que aquí desgraciadamente ha ocurrido.

La población con dos dedos de frente se pregunta: ¿Poder Político? ¿Fuerzas Armadas?‎ ¿Seguridad pública y nacional? ¿Actividades Productivas? ¿Protección sanitaria contra la pandemia? Y todo eso ¿con qué se come? ¿Dónde estaba que nadie lo vio?

Votar por Morena o morir por la pandemia que cayó “como anillo al…”

No nos engañemos, no existe nada. Sólo quedó una claque despreciada por el poder del pueblo. Todo lo demás tendrá que rehacerse, reconstruirse, restaurarse, imaginarse, porque todo fue un sueño de opio.

Todo ha sido un carnaval de la corrupción a ritmo de entreguismo, endulzado con música de viento de bandas chafas, de medios de comunicación y leyendas de transformación patrocinadas desde las cavernas del analfabetismo funcional y real.

Quedó la historia viva de la traición que se resiste a morir. Que desea seguir medrando a nuestras costillas demolidas, que desea seguir chupando nuestros vientres petroleros y lo que haya quedado de riqueza… y afortunadamente no lo han visto. Quedó la decisión y el coraje de luchar por un país serio y equitativo que para su sorpresa está más vivo que nunca.

Quedaron programas de dádivas que nunca han podido comprobar su destino, que sirven para amenazar a los indefensos de que si no votan por el partido oficial corren el riesgo de morir a manos de la pandemia, todo como anillo al dedo.

Quedaron programas bumerang que no tienen reglas de operación, ni padrones comprobados, ni beneficiarios de carne y hueso, ni requisitos, manipulados por personitas que‎ hasta la fecha no saben dónde quedó el dinero, un Banco del Bienestar quebrado, pero eso decían que era lo suyo.

Quedaron, consolidados, el narcotráfico, el narcoEstado, la narcopolicía, la narcopolítica, las narcojudicaturas y el narcoejército, como una culebra que se muerde la cola, como un torbellino inacabable de putrefacción y oprobio que resguarda intereses poderosos y ungidos por equivocación popular.

El “caudillito”, perseguido en todas partes por quienes votaron por él en 2018

El gobiernito ha fallado en toda la línea, en todos los frentes habidos y por haber. Regentea un territorio en ruinas, atestado de males orgánicos, físicos y morales insolubles, mientras el “caudillito” es perseguido en todos los rincones ‎de su geografía, a mentadas y reclamaciones de quienes le dieron alguna vez su voto, de quienes le entregaron ingenuamente su confianza.

Pero como el que no sabe es como el que no ve, él piensa que todo prescribe, como su sexenio. Cree también que la gente está tan agradecida que pedirá a gritos su reelección, y no su juicio penal.

Quedó la posibilidad de reclamar y exigir con el voto que cese la destrucción maquinada de todo el sistema de vida.

‎¿No cree usted? 

Índice Flamígero: La persona doctorada en el arte de las excusas recurre a ellas como mecanismo de defensa. Hacer uso del pretexto y de la justificación más estrambótica ante cada error o incompetencia, es un modo de disimular las inseguridades, de proteger el propio ego. Y el mayor ególatra de la temporada, el subsecretario Hugo López Gatell dijo el lunes por la noche: “Hay que reconocer que la apertura de la vacunación no fue con la celeridad y la fineza que se requería; hoy uno de los factores que contribuyó al retraso fue la llegada tardía del personal vacunador”…