Señor Ruiseñor la otra Visión Catalana a Diversas Ciudades de España con Éxito
Por María Esther Beltrán Martínez / Colaboración Especial
Argonmexico / ANDALUCÍA, España.- La compañía de teatro Joglars lleva a diversas ciudades de España la sátira de Señor Ruiseñor, con gran éxito y con una visión diferente ante los independentistas, una obra crítica que pone la realidad ante una actualidad difícil
“Rusiñol representa un mundo y un espíritu que no ha sido reemplazado. La sensualidad, la belleza y la vida alegre que él encarnaba han desaparecido. Queremos enfrentar aquella Cataluña de Rusiñol con la de ahora y reivindicar el arte como patria universal frente a las patrias identitarias”, arguye Ramón Fontserè, que dirige y protagoniza esta obra junto a Pilar Saénz, Dolors Tuneu, Juan Pablo Mazorra, Rubén Romero y Xevi Vilà.
Señor Ruiseñor, pieza escrita por Fontserè con la colaboración de Tuneu y Alberto Castrillo-Ferrer, comienza cuando un jardinero de Parques y Jardines debe dejar el trabajo por culpa del reúma y es reubicado en el Museo Rusiñol, donde interpretará al pintor y escritor presentando las visitas teatralizadas.
La acción se sitúa en el Museo de Santiago Rusiñol, destacado intelectual y bohemio catalán, considerado padre del Modernismo, que se está desmantelando para transformarlo en el Museu de la Identidad. El antiguo jardinero y ahora guía del Museo se convierte en Rusiñol sufriendo alucinaciones provocadas por la morfina a la que también era adicto el pintor, unos delirios que sirven para construir una mordaz crítica sobre la Cataluña actual frente a la culta, cosmopolita y cívica que él representó.
Para la compañía explican que “Santiago Rusiñol (1861-1931), nacido en el seno de la burguesía catalana, simboliza una personalidad intensa y compleja, con una visión melancólica, amarga y desencantada de la vida. Un hombre dotado de un gran talento personal que deriva en la pintura y cuya obra figura en las más prestigiosas colecciones. También alcanza gran notoriedad como dramaturgo, escritor y poeta. Su carácter ingenioso y cosmopolita hace de él un referente de lo que los españoles consideran la Cataluña cívica, culta y abierta al mundo.
Con el Señor Ruiseñor queremos reflexionar sobre la destrucción de unos conceptos de vida libre, conceptos que no han sido sustituidos en la actualidad. En Cataluña se ha arrancado o falseado el pasado y de esta manera se ha podido configurar un orden inventado. Solo se utiliza la parte de conocimiento y de tradición que conviene para contar un relato sesgado. Para nosotros, Rusiñol es la antítesis de este mundo: este artista de carácter ingenioso y cosmopolita representa la inducción a la vida alegre y sensual, el gusto por la belleza, la sutileza y el conocimiento. Santiago Rusiñol -como dijo Josep Pla- fue un destructor de fanáticos que representó una sociedad de ciudadanos holgados y juiciosos a orillas del Mediterráneo”.
Es una obra contra las patrias identitarias y el fanatismo, una fábula con la que reivindican el cosmopolitismo y la universalidad.
Sin duda es una visión crítica que incomoda a los que se ponen un listón amarillo y no hay más visiones que la que les han impuesto con cátedras en las escuelas y con el fanatismo que pueden tener en sus casas. La sociedad catalana está dividida y eso es una realidad que vive España.
Al ver la obra al final el público le ofrece un largo aplauso y una gran ovación, sin duda es por el valor que tienen de presentar este tema que es tabú y que siendo catalanes lo llevan a los escenarios, espacios que han sido negados en diversas ciudades de Cataluña como lo expresaban en entrevistas en varios medios.
Señor Ruiseñor ya se ha representado en el Teatro María Guerrero de Madrid, el Principal de Alicante, el Principal de Zaragoza, el 42 Festival de Teatro de El Ejido y la población barcelonesa de Canovellas, entre otras plazas.
El montaje se apoya en un espacio muy funcional y visual, con coreografías y proyecciones de los cuadros de Rusiñol y diseñado para resaltar el trabajo del elenco actoral. Anna Tusell firma la escenografía, centrada en torno a un óvalo inclinado, y Castrillo-Ferrer la dirección de escena.