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Bacanales de Fernando Espino en el STC

Por Blas Buendía / Colaborador Especial

Argonmexico / Entre traidores de veas, dice el dicho popular amalgamado en una esfera de complicidades donde solo los súbditos le hacen caravana a su “rey”, al muy estilo represor de Nerón, ese Emperador del Imperio romano que se dejaba subyugar por sus plebes y damiselas a cambio de dádivas y vino.

La cultura neronista germinada por Claudio César Augusto Germánico, último emperador de la dinastía Julio-Claudia, ha sido la inspiración de muchos lidercillos gremiales laborales para no solo explotar a sus agremiados y abusar económicamente de ellos, sino una abierta y descarada utilización de la fuerza laboral.

El reinado de Fernando Espino Arévalo tiene una amplia similitud a Nerón ya que se asocia comúnmente a la tiranía y la extravagancia.​

A Nerón se le recuerda por una serie de ejecuciones sistemáticas incluyendo la de su propia madre y la de su hermanastro Británico, y sobre todo por la creencia generalizada de que mientras Roma ardía, él estaba componiendo con su lira,​ además de ser un implacable perseguidor de los cristianos. Estas observaciones se basan fundamentalmente en los escritos de los historiadores Tácito, Suetonio y Dion Casio.

Pocas de las fuentes antiguas que han sobrevivido lo describen de manera favorable,​ aunque sí hay algunas que relatan su enorme popularidad entre el pueblo romano, sobre todo en Oriente.

La verosimilitud de los documentos que relatan los tiránicos actos de Nerón es motivo de controversia en la actualidad y muy enfocado entre esos lidercillos que llevan lustros y decenios explotando el poder sindical.

La enumeración es puntual y sus actos repudiados por la ambición del dinero fácil, que ha sido su modus vivendi, un arte muy propio de cleptómanos que no tienen una pisca de honestidad y menos ejercer una política de transparencia.

Es el vivo ejemplo del sempiterno líder metrista Fernando Espino Arévalo, de quien se dice, modificó su nombre porque sus padres le pusieron Pascasio cuyo apelativo no le gustaba por lo “feo” que se escucha (…) y le impactaba al embellecimiento  de su cautivadora personalidad cuando era joven, acreditan damiselas que tuvieron que ver con él alguna ocasión en sus vidas amorosamente privadas, y donde se concatena la hermandad de tres consanguíneas con quienes tuvo hasta varios hijos.

La historia es fiel consejera y las virtudes del pasado hacia el presente contemporáneo, guardan prácticas de similitudes de deshonestidad no muy separadas a la realidad de la ficción, en relación con los actos atrayente y dominantes para la clase femenina que de forma clasista, no le pueden resultar imposibles, porque su poder se lo permite aun violentando sus propios derechos humanos.

En Radio Pasillo del Sindicato “Nacional” de Trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo-Metro de la Ciudad de México, si bien se compara el clasismo entre Espino y Nerón, el viejo líder del Metro desarrolló un Congreso el jueves 12 y viernes 13 de octubre (2017), en el auditorio del Instituto Mexicano del Seguro Social, muy cercano a la estación General Anaya de la Línea 2 del Metro.

Según la disidencia –cuyas identidades se reservan en el anonimato para evitar toda crueldad vengadora del dueño Nerón del Metro de la CDMX-, devela que en tanto que el jefe de gobierno otorgó despectivamente mil pesos a cada damnificado del terremoto como un grotesco aliciente, al sindicato mayoritario del Metro le pagó sin fiscalización alguna una millonada para hacer sus fiestas en honor a Baco, el Dios mitológico del vino; el cinismo galopante.

La disidencia del STC acusó de igual manera que el líder sempiterno ha recibido en partes proporcionales 11 millones de pesos para solventar sus eventos anuales (2017), además de 3.4 millones de pesos como apoyo para que efectuara su Congreso en el que definirían la estrategia del sindicato referente al pliego petitorio en la Revisión Contractual para el ejercicio fiscal 2018.

Del Nerón moderno del Metro, dicen sus súbditos, “estamos admirados porque ya lleva más de 40 años en el poder”, en tanto que sus antagonistas advierten que a lo largo de esos tiempos, don Fernando Espino  Arévalo ha amasado toda una riqueza descomunal a grado que le ha permitido hasta tener seguridad propia, es decir, valentones a sueldo fijo quienes no permiten que lo saluden por cuestiones de seguridad y de alejarlo de cualquier asechanza que parecieran exponer en peligro su vida.

En el negro historial de Fernando Espino Arévalo aparece como un líder de trabajadores déspota, cruel y tirano, que si bien podría ser encantador con las taquilleras quienes le permiten las extralimitaciones, no comulga con periodistas críticos porque por ética, éstos se abstienen en rendirle caravanas “a su finísima persona”.

A los empleados que se revelan y que a la base la ha explotado a lo largo de ocho quinquenios, primero los amenaza de diversas maneras, y si no entienden los manda a golpear o hasta “desaparecer”, en actos de intolerancia y martirio al muy estilo gansteril.

Muchos casos han sido denunciados y documentados ante la figura del Ministerio Público, solo que la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México se ha visto impedida en “echarle el guante para detener a este simpático villano”, ya que “la áurea de la ilegalidad” lo ha protegido y que se agiganta con la explotación de su presunto poder político a través del fuero.

Es decir, Miguel Ángel Mancera cuando fue procurador capitalino, se limitó a detenerlo porque Espino ha tenido un poder omnipotente, figurado como diputado local y federal indistintamente en etapas contemporáneas, permitiéndole actuar con todo grado de impunidad a través del dominio constitucional.

Cuando Mancera fue procurador no le tendió una celada jurídica basada en actos constitutivos de delitos diversos y la asociación delictuosa que representa todo el comité ejecutivo de su sindicato, dizque “nacional, le temblaron las corvas, ahora menos que ya está por dejar la jefatura de gobierno.

Mancera ha sido muy complaciente con Fernando Espino, incluso hasta “tolerante” con el “político” michoacano, porque éste sería capaz de amenazarlo con otro paro loco de labores perjudicando a millones de usuarios del Metro como ha ocurrido en el pasado reciente.

Diputados federales y locales, coinciden que la era de Fernando Espino Arévalo ya está por llegar a su culminación, está en la curva de su vida… si no es que si ante lo traiciona su corazón con un fulminante infarto al miocardio.

Su carrera como líder sempiterno ha sido aparentemente avasallada porque muchos políticos de diferentes ideologías y fuerzas políticas, le han cerrado las puertas y hasta verlo como “apestado” dándole la espalda porque no garantiza ninguna acción de honestidad y menos de impulso ideológico.

Al congreso de su sindicato no acudió más que sus amanuenses que siempre han avalado sus acciones nefastas convirtiéndose en cómplices bajo convencimiento moral. Son los únicos que aceptan las deshonestidades de su “líder moral”, avizoran.

Había sido invitada para clausurarlo Claudia Sheinbaum, candidata frustrada del Partido Morena a la jefatura del gobierno de la Ciudad de México, por el caso del Colegio Rébsamen, devastado por el terremoto del 19 de septiembre (2017) donde perdieron la vida decenas de personas y menores de edad.

Es tanto el poder y el miedo que el mismo gobierno mancerista le tiene a Espino le ha facilitado todo lo que desee, no obstante que predicen que si el presidente patrono del Movimiento Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador, lo acepta en sus filas, el político tabasqueño estaría avalando también las fechorías y transformando a MORENA como la “fuerza política” que no solo aglutinará a los resentidos, sino a los sinvergüenzas y ladrones que han sido expulsados de otros institutos en el marco del quehacer político nacional.

Se presume que para seguir viviendo en la impunidad, el viejo líder del Metro Fernando Espino Arévalo, ya se entrevistó con Andrés Manuel López Beltrán quien le exigió el pago inmediato de 20 millones de pesos para otorgarle el fuero constitucional “abanderando” los colores de Morena; nuevamente, el cinismo galopante.

Porque –según trasciende-, esa ha sido la orden del dueño de ese partido, que es el padre de su “nuevo” operador político y brazo financiero del tabasqueño, definiendo que todo negocio político quedará como un gran secreto de la familia López Obrador-Beltrán, hoy multimillonarios gracias a que el rebelde se promocionó engañando a las masas de forma sistemática desde hace casi 20 años.

Control y poder es, por igual, lo que el viejo cacique Fernando Espino Arévalo persigue, a quien acusan que se ha enriquecido por el saqueo que ha hecho del sindicato a manos llenas en 40 años. Lo distingue al manipular una organización gremial donde se practica el nepotismo y la corrupción a grandes escalas sin la “necesidad” de realizar auditoría oficial por parte de las autoridades hacendarias.

Cuando sus rivales pretenden independizarse y crear otra fuerza sindical paralela a la de él, Espino Arévalo tiene hasta corrompidas a las autoridades laborales locales y federales.

“Cueste lo que cueste, a don Fernando Corleone Espino nadie le hace sombra”, sentencian sus inflexionistas quienes han vivido del respaldo del mandamás sin llegar a vivir la represión de las autoridades que en carne propia han sufrido sus antagonistas.

En este árbol de deshonestidades espinistas, la Junta Local de Conciliación y Arbitraje negó la Toma de Nota al Sindicato Mexicano de Trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo-Metro, que aglutina a más de dos mil disidentes quienes están cansados de soportar tantas arbitrariedades, injusticias, atropellos, ilegalidades y abusos por parte del dueño inmoral del sindicato metrista.

Los cochupos y las prebendas de Espino han ratificado el hecho que las instituciones laborales oficiales siguen estando corrompidas y ante sus pies, incluso frenan todo intento en el establecimiento constitucional para la creación de sindicatos paralelos al “Nacional” (por no decir que junto con Espino, “nació mal”).

Y lo sorprendente es que corre el fuerte rumor que de forma inverosímil, Espino para tener en calma a sus inconformes, negocia hasta con las propias disidencias ya que tiene una nómina especial para acallar cualquier pasión laboral; uno de esos casos fue cuando a María del Carmen Servín López, de la noche a la mañana fue “silenciada” porque traía un hándicap en contra del mismo Espino. La guerra la ganó el Nerón moderno, en tanto que ella, la perdió en el limbo de la corrupción, acusan.

De tal forma que políticamente hablando, Fernando Espino Arévalo tiene dos disyuntivas pecaminosas por cumplir: uno, jubilarse del sindicato que sigue explotado a todo poder ya que ningún otro partido político estaría dispuesto a venderle la patente de corso que representa el fuero constitucional;

Y, dos, ser víctima del sistema que podría vivir la misma crueldad que ha impuesto el Estado, cuan ejemplo recaen en los históricos y vergonzosos episodios de los líderes sindicales como el petrolero o el de los maestros que, por ejemplo, a Elba Esther Gordillo Morales la tienen postrada en una prisión, que pese a todas las comodidades que pudiera tener, la cárcel la ha segregado de la sociedad.

La mirada de la maestra es tan penetrante que se estrella en esos barrotes de acero que, si físicamente pretendiera atravesarlos de forma “invisible”, solo quedaría en el ensueño que alguna vez fue libre y poderosa al codearse con los Presidentes de la República del momento.

Fernando Espino Arévalo vive el momento más crucial de su vida, y para no caer en ese abismo y ser olvidado que alguna vez también, por su ambición, fue a parar a la cárcel sin que nadie le extienda la mano para defenderlo o que alguien metiera las manos al fuego por él, a sus casi 70 años, transformado en un anciano poderoso y plenipotenciario que lo distingue ser el permanente cacique del Metro de la Ciudad de México.

Si algún día llegara a pisar la penitenciaría dentro de esta apología de futuros hechos, seguramente sus abogados defensores se sujetarían a las normas del Nuevo Sistema Penal Acusatorio (NSPA), apelarían su etapa de ancianidad para recobrar con inmediatez su libertad mediante una caución.

Ese sería el panorama que le pudieran dar fin a las entrañables y desenfrenadas bacanales de Fernando Espino Arévalo y su comité ejecutivo “nacional”, que por años han explotado el erario federal de una y mil formas y no hay poder constitucional absoluto que le ponga un límite a esa envilecida y soberbia saciedad.