Reportajes

Medicamentos “Milagrosos” y Hábiles Boticarios

chantajistaPor Martín Morales

argonméxico.com / Los boticarios-neomerolicos que venden productos alternativos, también conocidos como “milagrosos”, tienen una habilidad muy parecida a la de los vendedores ambulantes, a quienes la policía les incauta un día productos ilegales, y al día siguiente se colocan en otra esquina con nuevos artículos.

También tienen un efectivo sistema para quitar sus comerciales amañados de la televisión, justo antes de que la Comisión Nacional para la Prevención de Riesgos Sanitarios (Conapris), les suspenda la autorización para continuar con la vendimia.
La diferencia con los merolicos callejeros que todavía venden por ahí polvo de uña de murciélago y extracto de esperma de ballena, para curar múltiples padecimientos, es que los de cuello blanco hacen millonarias inversiones y poseen una evidente capacidad negociadora y convincente ante las televisoras nacionales y las autoridades sanitarias.
El poder económico se sale con la suya, mientras la pesada maquinaria burocrática tarda mucho más en ubicar las irregularidades y ordenar quitar de la TV algún anuncio sobre un producto alternativo y herbolario, promocionado como solución para decenas de enfermedades como hemorroides, gastritis, várices, artritis, entre otras.
Entre los líderes del mercado están la empresa Genoma Lab que produce y comercializa una enorme cantidad de presuntos medicamentos, los cuales son más resultado de la industrialización de remedios tradicionales de los padecimientos humanos.
Hay otra que además cuenta con un sistema de ventas por teléfono, y que se llama Innova System; la cual tiene distintas variantes y esquemas de técnicas de marketing, que son modificadas cada cierto tiempo.
Cuando las cosas se les han puesto más difíciles, las comercializadoras de productos alternativos han mostrado potencial revitalizador, al pasarse de la TV abierta a la de cable, aunque en si mismo, el mercado de las cableras constituye un mercado potencial activo para ellos.
La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados expuso que la diferencia entre de los vendedores de productos cuasi-mágicos, respecto a los otros que expenden productos en la calle, es que los boticarios con poder económico “compran tiempo de televisión y estamos hablando de que, incluso,  entran en sociedad con las propias televisoras”.
En busca del control de los vendedores de productos “frontera” o “milagro”, las secretaría de Salud puso en funcionamiento en el 2002 la Conapris, y la encargó de identificar riesgos potenciales para la salud, como los anuncios de bebidas embriagantes y cigarros, y luego, de poner orden en el complicado mundo de los merolicos televisivos, aunque sin mayor éxito hasta ahora.
Hasta el 2005 no se habían hecho modificaciones legales, pese al continuo avance del grupo de vende-milagros, cuyos artículos son producidos con materiales herbolarios y naturales, como los que se encuentran en la zona esotérica del mercado Sonora de la Ciudad de México.
Es un engaño, y esto es algo que debemos de combatir, no puede permitirse que aprovechando la ignorancia de la gente se le promueva con mentiras, porque esto se vuelve luego una cultura en todo; con la mayor tranquilidad se dicen mentiras y también es una buena parte del problema en nuestro país
Dicho por la misma Comisión legislativa, la Conapris y la legislación han sido rebasadas por el fenómeno, y resulta por demás urgente tomar nuevas decisiones y poner en ejecución nuevas políticas públicas, sobre lo cual ya se trabaja.
Con las modificaciones a la Ley General de Salud legislación sanitaria en el 2005, se fijó la posibilidad de retirar del mercado estos productos, aplicar multas y controlar la publicidad, pero en los hechos, los artículos pasan de la condición de rechazado a la de aprobado con cierta facilidad; cambian de nombre y logran de nuevo la autorización de comercialización, una vez que cambian el perfil de su anuncio televisivo “engañoso”, como único requisito.
En el 2005, el Congreso de la Unión aprobó reformas a los artículos 420, 421 y 414 bis de la legislación sanitaria, para tratar de “controlar” el fenómeno de los productos “frontera”. La primera acción derivada fue el decomiso de productos sin registro sanitario. Se calcularon multas y se fijó una mecánica para que la Conapris, dependiente de la Ssa, se pudiera hacer cargo de la vigilancia de la publicidad de aquellos productos.
Esa dependencia publicó un esquema de reporte de acciones el 24 de enero de 2007, que comparado con los de 2006 y 2005, se observa cómo pasan con facilidad los productos del apartado de “publicidad engañosa” al de “corrigieron su publicidad”, aunque, en algunos casos, los artículos no tienen registro sanitario conforme a las facultades médicas que se atribuyen.
Para autorizar los productos que se promocionan como medicamentos o posibles sustitutos se requiere entre otras cosas mostrar los resultados de exhaustivos protocolos de investigación científica sobre el efecto y las eventuales consecuencias de la ingesta de las sustancias.
Compañías como Genoma Lab piden al público consumidor en su página web que si siente algún malestar haga favor de avisarle al laboratorio; lo que de alguna manera se convierte en la base de su “protocolo científico” dónde los conejillos de indias son los mismos incautos que les compran los artículos.

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