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Trascender el Pensamiento

Por María Elena Maldonado

Argonmexico / Este año cumplirían 100 años  cuatro personajes mexicanos conocidos por sus creaciones literarias, lecturas más que recomendables. Cada uno le mostrara un talento y una sensibilidad extraordinaria.   Por orden de aparición el 19 de enero de 1918 nació en Atoyac Jalisco el niño José Luis Martínez Rodríguez, Cursó la carrera de letras españolas en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México y cursos aislados de filosofía e historia del arte de 1938 a 1943. Se casó con Amalia Hernández, quien fuera fundadora y directora del Ballet Folklórico de México, con la que tuvo a su hijo mayor, José Luis Martínez. Su segunda esposa fue Lydia Baracs, originaria de Hungría, con la que tuvo a Guadalupe Andrea y Rodrigo.

El poeta y también crítico literario Adolfo Castañón, describe a José Luis Martínez como un gran maestro. “Están en deuda con él instituciones como el Fondo de Cultura Económica, la Academia Mexicana de la Lengua, el propio Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Fundación para las Letras Mexicanas, la deuda de la cultura mexicana con el maestro José Luis Martínez Rodríguez, es una deuda poco calculable, por su amplitud y diversidad, editorial, literaria, humana y eventualmente civil y política”.

Ell 30 de mayo de 1918 vino al mundo Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein,  conocida como Pita Amor, desbordada en creatividad y energía, una loca apasionada de los excesos. Chumacero opinaba que  ”En la poesía de Guadalupe se hacen patentes los problemas cotidianos en su más descarnada forma”. Le costó adaptarse, rompió esquemas y escandalizo a toda su sociedad.

Que mejor que dejar que las palabras de Miguel Sabido la describan, en su reciente homenaje en Bellas Artes el 30 de junio de este año: Conocí a Pita Amor en 1957, yo era un adolescente atolondrado de diez y nueve años y ella una diosa de treinta y ocho, en la cumbre de su belleza y de su gloria. Fue una noche en las Galerías Excélsior. Se inauguraba una exposición y estaba todo el México de la cultura. Pita llegó, pequeñita pero indeciblemente bella, envuelta en un abrigo de mink negro con un aderezo de rubíes que debe haber costado una fortuna. Avanzó hasta el centro de las galerías y se quitó de un golpe el abrigo dejándolo caer al suelo. Abajo traía una camisa como de hombre, cerrada hasta el cuello y de mangas largas… de gasa totalmente transparente. Se pudo escuchar como todo el mundo contenía la respiración ante el soberbio espectáculo de sus maravillosos senos firmes y erectos y apenas velados por la gasa. Giró hacia la derecha sonriendo y luego a la izquierda para que nadie se perdiera el asombroso espectáculo. Alicia Zendejas, inteligente siempre y con sentido del humor, se acercó hasta ella, le dio un beso mientras decía: “Ay, Pita, cada día estás más linda. Y cada día más genial. Si me das un martini te digo un soneto”. Y se soltó diciendo el maravilloso soneto, ése que que dice “Shakespeare me llamó genial”, y que termina con “Y yo me llamé la Diosa”.

Luego el 9 de julio  nació en Acaponeta Nayarit el mesurado Ali Chumacero, hombre de familia solía decir que en cierta forma envidiaba a los poetas solteros, sobre todo porque no abundaban.  El 14 de febrero de 1964 fue elegido para ocupar la silla 34 de la Academia Mexicana de la Lengua y  Antonio Castro Leal, en su discurso de recepción lo designo el más consciente y valioso, entre los poetas jóvenes de México.

Reconocido como un auténtico estilista de la palabra, además de un editor y crítico incisivo fue, según palabras de José Emilio Pacheco, “el Juan Rulfo de la poesía mexicana”. Sus tres libros, Páramo de sueños (1944)  Imágenes desterradas (1947) y Palabras en reposo (1956, 1965) son considerados como auténticas cumbres de la poesía mexicana del siglo XX

Por ultimo ese año el 21 de septiembre nació Juan José Arreola en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán Ali opinaba que Juan José es un caso de conciencia de la prosa joven de México y no tiene “gallo” en el manejo del lenguaje, era 1964 y ellos tenían 45 años.

Los textos de Juan José Arreola, influidos por autores como Marcel Schwob, Julio Torri, Franz Kafka, Giovanni Papini, Jorge Luis Borges, Charles Baudelaire, tienen como características principales la brevedad, la ironía y la constante combinación de los recursos de distintos géneros literarios, como el cuento, la poesía y el ensayo.

Alonso Arreola, nieto del escritor jalisciense, evoca la vida cotidiana con su abuelo en Zapotitlán, como un apasionado de los oficios, cuando lo acompañaba al mercado, a negociar los tamales, a comprar el queso o la carne. “En cada uno de esos momentos entablaba una charla por conocer infinidad de detalles. En la cotidianidad todo se transformaba en literatura y fantasía”.

Le gustaba meterle velocidad a la motocicleta, tenía un singular gusto por lo minucioso, como arman un avión a escala, amaba la madera, diseñaba mesas de ajedrez o escritorios, también gustaba del ciclismo. “En la vida cotidiana personal, familiar, se manifestaba todo el tiempo su creatividad. Era un ser extravagante, lleno de humor e irascible en ciertos momentos. Estar a su lado era vivir una cotidianidad mágica”, concluyó Alonso.

Como apunto Poot Herrera   No sólo fueron literatos, sino que se asomaron a su época y la trascendieron en el pensamiento, palabra y obra”. Sin más espero que está presentación desordenada y breve los motive a su lectura o más de ella, si es que ya son sus lectores.