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Historia de la Aparición de la Virgen de Guadalupe

Por José Luna

Argonmexico / La Iglesia Católica ha tributado constantemente a la Virgen Morena una especial piedad y culto que arraigaron en las poblaciones mexicanas desde el primer instante en que recibieron la semilla del Evangelio. El culto Mariano Guadalupano está en la base cristiana de México y en él se apoya la evangelización de todo el continente Americano.

Desde el siglo XVI la sagrada imagen de María de Guadalupe es el corazón de los peregrinos procedentes no solo de la Nación Mexicana, sino de todo el Continente Americano. Ahí han fortalecido su fe las generaciones sucesivas encontrando la fuerza necesaria para dar testimonio en el Evangelio de Jesucristo y mantenerse fieles a ella.

La Iglesia Católica indica que a la fecha son innumerables los devotos de la Guadalupana de profesión y clase social que acuden cada año unidos por el mismo amor a la Virgen Santísima y la conciencia de pertenecer a la Iglesia de Cristo.

“Desde el pasado 9 de diciembre, festividad de San Juan Diego Cuauhtlatoatzín, mensajero fiel de la Virgen de Guadalupe, miles de peregrinos procedentes de la República Mexicana y de varias partes del mundo han llegado hasta el Tepeyac para homenajear a la Reina de México y Emperatriz de América en el 487 Aniversario de sus apariciones”, acotan voceros católicos.

Igualmente señalan que a lo largo de estos días han sido múltiples las manifestaciones de fe, cariño y agradecimiento a la Madre de los mexicanos, desde grupos de antorchistas, ciclistas y peregrinos a pie que bendicen el fuego que llevarán a sus comunidades como la Luz de Cristo que Santa María de Guadalupe encendió aquella mañana de 1531 al traer en sus entrañas benditas al Redentor.

Entre las expresiones populares más representativas de las comunidades que peregrinan al Tepeyac destacan las danzas, cantos y alabanzas, las imágenes de María Santísima de Guadalupe labradas por los mismos fieles, ofrendas florales y hasta vistosos altares ambulantes que los peregrinos cargan en hombros como un acto de gratitud a la Guadalupana, sin olvidar los vivas y porras a la Morenita: ¡Viva la Virgen de Guadalupe!