Devaneos (Ma. Elena Maldonado)

Emilio Álvarez Icaza

devaneosargonmexico.com/Pensando que lo he visto todo, ante alguna de las barbaridades que hacen nuestros políticos, antepongo la frase “no es de extrañar”, pero resulta que pueden llegar más lejos; la última desagradable sorpresa que recibí fue la elección de Raúl Plascencia, cercano colaborador de José Luis Soberanes, para presidir la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Las personas de razón –diría mi abuela- apoyan y saben que el mejor hombre para dirigir la Comisión era Emilio Álvarez Icaza; lo avala su trayectoria, su desempeño como ombudsman en el Distrito Federal. Cada una de sus recomendaciones fue basada en investigación; expuso y defendió abiertamente la violación de los derechos humanos provinieran de dónde provinieran.

 

No le importaron las criticas cuando las ideologías de los partidos se sentían atacadas, era más importante la defensa a los individuos que la defensa de los grupos en el poder. Y vaya que este país requiere la voz de una persona intelectual y moralmente honesta, con el valor para evidenciar las graves faltas que nadie se atreve.

 

Como dijo Denise Dresser en un artículo escrito el 2 de noviembre: Un hombre como Emilio Álvarez Icaza se convierte en una figura emblemática en un país en el cual tantos conceden, claudican y recortan sus conciencias para ajustarlas al tamaño del puesto al que aspiran llenar. Inteligente, sin ataduras, sin sometimientos, sin lealtades partidistas, es su libertad lo que les provoca tanta incomodidad. Ya vimos como se las provocó a los necios que en mayoría ponen sus kilos de mediocridad en los asientos del senado, quienes para nada nos sirven, que continúan defendiendo un sistema a su servicio personal, que desperdicia día tras día las oportunidades del “deber ser para la ciudadanía”.

Vergonzosamente, y de igual forma, cada uno de nosotros desperdicia la oportunidad de echarlos del sistema que democráticamente debe estar al servicio de nuestro bienestar.

José Luis Soberanes fue uno de esos tantos que aprovechó, explotó, usó, denigró, la presidencia de la CNDH. No cuestionó leyes, no promovió reformas sustantivas en materia de defensa de los derechos, tampoco utilizó adecuadamente los estándares internacionales; se alejó ostentosamente de la rendición de cuentas, y los gastos de los que tuvimos conocimiento fueron, para no variar, dilapidados en insensateces.

La noticia –que no es de extrañar- es que no va a mejorar la situación con la elección de Raúl Plascencia –pues no ha demostrado otra cualidad-, quien continuará con esas formas ¿Por qué no?, sí todos lo hacen y no hay quien los llame a cuentas, y ellos se la pasan tan de lujo, tan a gusto, tan campantes.

Las organizaciones civiles, líderes de opinión y gran parte de la ciudadanía enterada y comprometida está con Emilio, pero los vividores del sistema votaron por línea.

Celebrando estos sinsentidos se encuentra la dirigente del PAN en el DF y coordinadora de los diputados panistas en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) Mariana Gómez del Campo, quien cobra un muy buen sueldo en la Asamblea del DF, una panista a quien jamás reconoceremos como tal. A falta de talento, ha usado a los parientes para trepar.

Desgraciadamente, como lo que tuvieron a la mano fue la política, y ahí cabe de plano, lo que sea; no hacen exámenes de admisión ni de vocación, ética, coeficiente intelectual, ¡bueno! ni de ortografía. Ahí se acomodo, replegando del lugar que ocupa a otros con verdadero talento y responsabilidad con su país, y en este caso, con los derechos humanos. Estas son las personas y las acciones con las que un partido pierde credibilidad, confianza y votos.

Un artículo acusa que no razonaron, pobre disculpa, ese es su trabajo: Los senadores tuvieron la oportunidad de otorgar legitimidad y credibilidad a una institución como la CNDH cuyo presupuesto asciende a 900 millones de pesos y que tiene una estructura con más de mil empleados que acaba por no ofrecernos lo que esperamos, requerimos, exigimos, pero eso “no es de extrañar”, como tampoco lo es que los gobernadores vengan presurosos a pedir más prerrogativas al Congreso de la Unión –pobres, no les alcanza las que tienen- están a su servicio los dipu-lacayos que agrandarán su presupuesto y les opacarán la transparencia.

Anticipando que seguro se los otorgan, se festejaron con una comilona que dicen tuvo un costo de 500.00 por persona; a ellos le parece una bicoca; deberían preguntarle a un trabajador que gana el mínimo (54.80 pesos diarios en la Ciudad de México) con cuánto come él y su familia, en qué se traslada, ya que en lugar de tomar un cómodo helicóptero para ir a casa, subirán a un repleto y mal oliente colectivo; algunos caminarán o tendrán que tomar un segundo y hasta tercer transporte, con el peligro de ser asaltados, con el cansancio de un día de trabajo. Suena a melodrama, y si ahondáramos un poco más conoceríamos la tragedia de muchos mexicanos, la que obviamente a aquellos, no les interesa.

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