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La Infancia de usar Vacunas para Obtener Votos

Por Homero Aguirre Enríquez

Vocero Nacional del Movimiento Antorchista

Argonmexico / Han transcurrido más de diez meses desde que la pandemia de Covid-19 cobró la primera vida en nuestro país, y ahora México se ubica en el cuarto lugar de los países con más muertes, aunque analistas de datos consideran que los números reales de fallecidos alcanzarían para que nuestro país rebasara con facilidad a la India y Brasil, y disputara el deshonroso primer lugar mundial que actualmente ocupan los Estados Unidos, donde han fallecido 411,781 seres humanos.

La actitud despreocupada, chacotera, repleta de errores estadísticos, políticos y médicos; basada en una comunicación compuesta de falsas expectativas y mentiras gordas, y por lo tanto infame, mostrada por las autoridades federales mexicanas ante la amenaza mortal de la pandemia, será considerada, con el paso de los años, como un verdadero crimen masivo. Aquella frase casi final de Camus  en su libro sobre la peste: “hay algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio”, solamente puede ser aplicada a los héroes civiles que indudablemente hemos visto actuar en México en medio de la tragedia: a los trabajadores de todo el país que han seguido su labor en toda la economía a pesar de jugarse la vida; a los médicos, enfermeros, camilleros, conductores de ambulancias; a los que han denunciado los crímenes cometidos contra las víctimas de la pandemia y no se han dejado intimidar; a todos ellos se les puede considerar dignos de admiración, pero no a quienes, con la boca repleta de gracejadas, llevaron a tantos mexicanos a la muerte.

Ahora, un nuevo capítulo se abre en el mundo con el descubrimiento y producción de las vacunas contra el virus Sars-cov-2. Conforme se iban comunicando los avances en las investigaciones y pruebas de las vacunas, la humanidad entera se esperanzaba con la posibilidad de salir rápidamente de esta nube negra de la historia, lo cual se lograría con una producción de miles de millones de dosis y su aplicación a la mayoría de quienes habitamos la Tierra. Pero la realidad no se ha mostrado muy distinta respecto a lo ocurrido con otros descubrimientos médicos: se encuentra la cura de alguna enfermedad, pero no se produce lo suficiente para todos; o es muy cara y sólo pueden acceder a ella los sectores más pudientes; o alguien la concentra y la usa como instrumento político.

Lo que ocurre con la vacuna contra Covid-19 lo resumió contundentemente Tedros Adhanom, director de la OMS: “ahora nos enfrentamos al peligro real de que incluso cuando las vacunas traen esperanza a algunos, se convierten en otro ladrillo en el muro de la desigualdad entre los mundos de los que tienen y los que no tienen”. Tedros denunció que incluso aun cuando defienden el acceso equitativo, algunos países y empresas continúan dando prioridad a los acuerdos bilaterales, lo que está provocando un aumento de los precios y que salten al frente en la lista, y remató con una denuncia dramática: “En la actualidad, se han administrado más de 39 millones de dosis de vacunas en al menos 49 países de ingresos más altos. Solo se han administrado 25 dosis en un país de ingresos más bajos. No 25 millones; no 25.000; solo 25”, dijo.

Quisiéramos que bastara el llamado enérgico del director de la OMS para cambiar esa concentración de las vacunas en pocas manos, pero por desgracia eso no ocurrirá y las grandes empresas farmacéuticas se disponen a hacer el negocio de su vida vendiendo las vacunas al que pague más.